No puedo resistirme a la tentación de relacionar todo texto, con German García como personaje sin caer en la obviedad: las infinitas conjeturas.
Lo cierto es que me parece inevitable, debido al relato de Nora Matinez, en el número 38 de la revista Odradek, “El mendigo”, en donde hay un sujeto que se convierte, literalmente, en la repetición de sí mismo.
La aparición del personaje y la aparente repetición compulsiva, se traslada luego a la repetición del acto de huir, del bar y del relato.
Quién no ha soñado alguna vez con esas situaciones en las que se encuentra en un lugar del que necesita salir y sin comprender por qué se encuentra repitiendo el gesto sin poder resolver la escena.
Es como si Nora Martinez, hubiera colocado a Germán García dentro de un sueño, pero en la realidad.
La compulsión de la repetición es contraria al placer, dicen ellos, los que saben, y parece que busca reanudar un efecto anterior que sí tiene que ver con el placer.
Con ese gesto, Nora Martinez ha dejado inconclusa la lectura del personaje, permanentemente observando a alguien que no termina de irse.
Yo espero que si alguna vez me convierto en personaje de Nora Martinez, me suelte detrás de alguna frase, en vez de dejarme permanentemente ocurriendo.
Hay que tener cuidado, no siempre leer un diario, tranquilo, en un bar es un acto sin consecuencias.
Lo cierto es que me parece inevitable, debido al relato de Nora Matinez, en el número 38 de la revista Odradek, “El mendigo”, en donde hay un sujeto que se convierte, literalmente, en la repetición de sí mismo.
La aparición del personaje y la aparente repetición compulsiva, se traslada luego a la repetición del acto de huir, del bar y del relato.
Quién no ha soñado alguna vez con esas situaciones en las que se encuentra en un lugar del que necesita salir y sin comprender por qué se encuentra repitiendo el gesto sin poder resolver la escena.
Es como si Nora Martinez, hubiera colocado a Germán García dentro de un sueño, pero en la realidad.
La compulsión de la repetición es contraria al placer, dicen ellos, los que saben, y parece que busca reanudar un efecto anterior que sí tiene que ver con el placer.
Con ese gesto, Nora Martinez ha dejado inconclusa la lectura del personaje, permanentemente observando a alguien que no termina de irse.
Yo espero que si alguna vez me convierto en personaje de Nora Martinez, me suelte detrás de alguna frase, en vez de dejarme permanentemente ocurriendo.
Hay que tener cuidado, no siempre leer un diario, tranquilo, en un bar es un acto sin consecuencias.
Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek
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