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Proust, literatura, revista Odradek recomienda

Por Gastön Pecznik, librería Clásica y Moderna, Callao 892.

Inspirado en las lecturas:

• Marcel Proust / En Busca del Tiempo Perdido - 1-Por el lado de Swann. / Alianza Editorial

• Vladimir Nabokov / Curso de Literatura Europea / Zeta Editores



¿Qué hay más allá del lenguaje? Wittgenstein decía “las fronteras del mundo son las fronteras del lenguaje” Marcel Proust fue un escritor formidable, un militante de la belleza, su narrativa alcanza dimensiones que la literatura no había conocido hasta entonces. La obra “En Busca del Tiempo Perdido” rompe contundentemente con la literatura decimonónica, sus personajes son diletantes, carecen por completo de importancia social o histórica, las únicas profesiones de los personajes son artísticas o intelectuales, ¡trabajan para producir placer al autor, quien se muestra muy interesado en las diversas máscaras bajo las que se presenta una misma persona ante los demás!; el amor tiene una variedad de manifestaciones y sus posibilidades son sempiternas, no hay una sola forma de amor en Proust y es debido a la manifestación de su libre pensamiento que todo lo vulgar se vuelve rápidamente despreciado en la obra, es sin duda un escritor que está caracterizado por lo difuso y es en esta abundancia de palabras, representaciones y prosa poética en donde el narrador de la obra –que no es Proust sino un personaje llamado Marcel- construye una historia llena de revelaciones y epifanías en donde finalmente descubrimos que se está escribiendo un libro dentro de otro libro, el narrador termina comprendiendo que las sensaciones que le produce la evocación del pasado tienen una profunda significación literaria. En el último tomo “El Tiempo Recobrado” el narrador se da cuenta de los cambios que el tiempo ha producido en todos sus amigos y experimenta un shock inspirador –una serie de shocks- que lo impulsan a trabajar sin demora en su libro y en la reconstrucción del pasado. Como dice Nabokov en su Curso de Literatura Europea: “El personaje Marcel (narrador) piensa en la novela ideal que va a escribir, la obra de Proust es solo una copia de esa novela ideal… ¡Pero qué copia!”.

Marcel Proust forja un cambio de paradigma en la historia de la literatura, el lector tiene acceso a distintos niveles o “capas” dentro de la narrativa de la obra; un enunciado difuso que crea por un lado una historia riquísima y por otro una enunciación que subyace y es tan rica como la historia en sí. Es posible entender las desventuras o emociones de un personaje en el devenir de otro, las conversaciones y descripciones se amalgaman unas con otras. Proust es conciente que el lenguaje es arbitrario y debido a ello encuentra en los símiles y las metáforas un instrumental ideal para ampliar un poco más el campo de lo posible y traspasar así las fronteras del lenguaje. He aquí el estilo tan particular del autor, su abundancia de imágenes metafóricas, la superposición de capas sobre capas, oraciones subordinadas, generosidad verbal y una tendencia a dilatar al máximo un enunciado mientras a modo de contrapunto teje maravillosamente la enunciación. De esta manera la realidad es la mirada de quien la mire “lo que llamamos realidad es el vínculo entre las sensaciones y los recuerdos que experimentamos en un tiempo preciso” ¡es tarea del escritor recuperar este vínculo!

He aquí una pequeña muestra de la descripción de una mujer en un sueño: “El resto de los mortales me parecía muy remoto en comparación con esta mujer. Tenía el semblante de una mujer que había conocido en la vida real, me entregaba por completo a la misión única de encontrarla, como esas personas que emprenden un viaje para ver con sus propios ojos una ciudad que siempre han deseado visitar, creyendo que pueden encontrar en la realidad el encanto de lo imaginado”.





Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek

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