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Tal vez como sesgo de profesión (mi formación es en ingeniería), mis preferencias por las matemáticas, hace que tienda a definir el mundo bajo esa influencia, un sentido del orden simbólico, abstracto, bajo el que las referencias conceptuales forman modelos ordenados según un contexto que trata de organizar el mundo de relaciones textuales..
Siento afinidad con los textos del escritor Ezequiel De Rosso, porque encuentro en su visión una confirmación de mi experiencia, frente a ciertas lecturas, con las que tiendo a tratar de establecer un modelo de producción.
Siempre he afirmado que para leer a Borges habría que saber matemáticas, y en el número 34 de la revista Odradek, “Encerrados”, de Ezequiel De Rosso, expresa el modo en que me hubiera gustado poder demostrarlo.
En su texto, expone un probable modelo constructivo, basado en los elementos de cimentación de la literatura de Borges, tratando de clasificar ideas y sentidos dentro de un cuerpo de elementos espaciales y elementos que se mueven dentro y fuera de ese espacio.
Define también cantidades de relevancia como línea de delimitación, fuerzas, espacio, fronteras, y despliega una hipótesis de trabajo con esa visión, que según yo, no es otra cosa que la definición de un campo vectorial, con características de campo solenoidal.
En matemáticas, un campo vectorial es una construcción que asocia cada punto de un campo a elementos de ese mismo campo; a lo que se tiende con los campos vectoriales, es un acercamiento al objeto de estudio para acotarlo dentro de una definición que lo constituirá en un modelo hipotético, con el objeto de determinar las características de los elementos que componen un fenómeno o que lo explican.
En el caso de “Encerrados”, los elementos constructivos con que Borges administra los componentes literarios que transforman sus textos en trabajos tan precisos, son expuestos por Ezequiel De Rosso en términos simbólicos matemáticos.
Cuando los elementos de un campo vectorial, presentan una característica de rotación de los elementos, en el sentido de confluir, hacia un punto, donde la superficie o flujo o espacio cerrado tiende a cero, o sea todos los elementos se determinan para el único fin que es la resolución típica del texto policial, constituye un campo vectorial que se denomina solenoidal.
Con este trabajo, Ezequiel De Rosso, propone una ecuación entre la experiencia y la forma en donde los textos de Borges y sus posibles narrativos, no se exponen del modo usual, el espejo y su reflejo, a que nos tiene acostumbrados como lectores, sino una lúcida reflexión sobre el posible centro de gravedad, el secreto, de la prosa de Borges.
Para mí, Ezequiel De Rosso es uno de los lujos de Odradek, recomiendo su lectura con atención, en el número 34.



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Me gusta el poema de Octavio Paz (1914-1998), en el que expresa en forma breve pero contundente que somos escritura.

Hermandad

Homenaje a Claudio Ptolomeo


Soy hombre: duro poco

y es enorme la noche.

Pero miro hacia arriba:

las estrellas escriben.

Sin entender comprendo:

también soy escritura

y en este mismo instante

alguien me deletrea.

El escritor mexicano, expresa de otra forma lo que en el texto, “El problema de nosotros”, de Silvina Gruppo, el número 34 de la revista Odradek, el juego amoroso con la palabra; el cuerpo del verbo, del sustantivo, de la letra, traduce un desplazamiento de representación en donde los personajes y sus actos se convierten en figuras retóricas.
Silvina Gruppo, en esta propuesta, adverbializa los personajes, y la identidad de sus actos se extrapola y juega a ser pronominal.
Actos de apetitos y reflexiones forman un efecto concéntrico en relación al lenguaje, que aunque breve, es profundo en lo emocional, con signos transformados en incidentes de una historia que se cuenta en el entrecomillado, “nosotros”, “hace mucho”, “ayer”, y al mismo tiempo con fidelidad amorosa hacia la expresión escrita, que no es mera trayectoria tangencial, sino nudo mismo del texto, en donde las historias encubiertas, en un entrecomillado usado como señal de un referente del cual parece extraerse el sentido, son a su vez el propio lenguaje.
No es el primer texto con que esta autora irrumpe en Odradek, allá por el número 22, ya nos perturbó un poco con “Pequeños mozos”, y más lejos en el número 19, cuando me llamó la atención con “Las olas y el viento”, …alma es cuerpo y realidad es ficción…dice esta autora, cuyas propuestas no se circunscriben a una historia personal, sino a la inapelable certeza de que toda historia transcurre fundamentalmente en el lenguaje.


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Con la sugerencia Macedoniana de un título más largo que el propio texto, Roberto Gárriz lleva al extremo, la caricaturización de la literatura, como un sistema de relaciones; con propuestas que pueden entenderse como una parodia o un sarcasmo, basado en referentes literarios, que son precisamente los que han provocado mayor tensión en los sistemas de análisis críticos.
Utilizando el dispositivos de construcción, al igual que los otros autores de este número 33 de la revista Odradek, que no son un tema ornamental, sino un sistema de señales, de guiños, hacia un probable lector, que encontrará en cada órbita, el discurso participativo entre el texto de referencia y la realidad arbitraria del autor. La geografía: Palermo, estación de servicio, preembarque, palabras que decantan las historias en una supuesta cotidianeidad espacial.
Una propuesta que provocativamente empuja el límite de autores importantes, Macedonio, Monterroso, Mallarmé, como un desafío al exponer que no hay inviolabilidad de acuerdos en la expresión literaria.
Con la emulsión de la ironía y una distancia muy corta entre la ruptura de los géneros de esos autores, ahora nuevamente enfrentados a este conjunto de narraciones con una textura que se entreteje con otros textos y entre sí, Roberto Gárriz encuentra una forma de homenaje, bajo un aparente intención de desmitificación del recurso del sistema literario como una extensión del sentido del texto.
Los breves relatos se disfrutan por su expresión provocativa, y a la vez advierte sobre la inmortalidad de ciertas propuestas, que aunque breves, son significativas.
Roberto Gárriz expone una constelación de autores leídos y vueltos a leer que revolucionan el sentido artístico de la escritura en prosa.



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Como expresé antes, en el número 33 de la revista Odradek, hay algo así como una explosión de propuestas narrativas, que exponen una variedad que permite diversas lecturas en donde en la forma apoya su más evidente promesa.
La brevedad, posibilita una diversidad especulativa sobre las intenciones que sobrevuelan los textos; pueden ser diálogos, monólogos evocativos, prospectos, misiva provocativa.
Con combinaciones de diferentes puntos de vista, algunos basados en la elocuencia de clásicos como el caso que ya mencioné de Monterroso, pero a los que en definitiva es complejo seguirles el rastro.
Otro rasgo interesante es que precisamente la forma, la brevedad, son pistas que hacen difícil apoyarse en la argumentación sin la búsqueda del sentido, de manera que un lector perspicaz se abocará a la tarea de sostener la lectura bajo el influjo de una aproximación oblicua que permita encontrar una historia que aparece a contraluz, en el intersticio de cada palabra.
En ese sentido, la frondosa producción de Germán García que comienza con “Asombro” y termina con “Variedad”, no deja de llamar la atención.
Si una quiere encontrar en la selección el sesgo de la profesión del autor, ya que Germán García es psicoanalista; en los títulos el rastro de algún recorrido bajo la sospecha de ser predecible, “Al padre”, “Mujeres”, “Secreto”, sin embargo no parece más que un envoltorio con el que el autor fertiliza el material narrativo, que contradice y sugiere con las palabras, desviaciones y secuelas de otras conquistas.
Gruesos cascos parecen sus cabezas…, las palabras cristianos, se entrelaza con español, con oro, Reyes Católicos; un asedio, que desde el lenguaje manifiesta una incomodidad subjetiva, porque la historia de las conquistas hace mucho que dejaron de ser sagas de aventuras para convertirse en una dificultosa aceptación de una herencia de abusos.
La alteración del orden prosódico nos remite a una voz antigua, que somete a un entre paréntesis las pequeñas islas de texto extrapolando el tiempo y convirtiéndolo en una realidad impiadosa.
El almirante me regaló…deja entrever el relato de un testigo protagonista, el aparente sujeto de estas micro narraciones, que en la construcción refracta y desdobla el diálogo que se convierte en material de leyenda, refrendado por los diferentes temas, la comida, el sexo, el poder, el oro, el padre, el secreto; la materialidad de un universo geográfico y temporal, en apenas once fragmentos, impares, en esta composición literaria experimental.





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La clave de este número 33 de Odradek, se puede encontrar en uno de los cuentos de Roberto Gárriz, en esta ocasión, con la mención de un nombre: Monterroso, que con su texto “El dinosaurio”, ha suscitado una diversidad de publicaciones, donde se ha especulado hasta el detalle milimétrico sobre las implicancias sociales, literarias y hasta políticas de dicho cuento.
En ese texto, de sólo siete palabras, su característica más diversa es el juego, la posibilidad de que lo representado, es idealmente un juego de espacio-tiempo tal vez no tan imposible.
Odradek, se ha sumado con este número a la propuesta de atomización de historias, en las que el juego, muestra su mejor cara lúdica, o sociológica, o política, o literaria, el lector puede adoptar la visión que desee.
No tengo dudas, que tal como aquel texto famoso, este número de Odradek, operará como un dispositivo narrativo de múltiples sentidos en el que será interesante descubrir los elementos literarios que los constituyen.
En cada una de las historias, también se puede intentar ver el sesgo característico de cada autor, su manera de ver el mundo.
“Vea, Mulder…”, comienza uno de Adrián Drut; sólo con ese comienzo ya puedo especular sobre los elementos de construcción de escritura, este autor, es muy visual, coloquial, con sus personajes en relación de diálogo, ya sea con otro personaje o con el lector, presenta una ambigüedad en la ubicación de sus historias, la elección de nombres, que se asimila con ciertas series de representación en la ciencia ficción; luego, la selección de palabras como “negros”, y la frase donde lo incluye, que remite a épocas o lugares geográficos posibles, y que produce extrañamiento con la palabra “muzza”, de origen conocido para nosotros.
El tono es otra de la característica que lo define en su lugar geográfico, la musicalidad y cantidad de palabras nos resulta familiar y podemos asociarla al modismo porteño de corte policial, con lo cual se establece una ambigüedad en el género.
Otra de las señales es la imposibilidad de determinación de la intención, puede ser leído como cuento, como micro-relato, como sentencia, como diálogo inconcluso o parte de una historia conocida, presentando una característica posmodernista.
Como se observará, y seguramente no es todo lo que se puede decir sobre los breves, brevísimos textos; la originalidad de este número de Odradek, es como una gran trama, tejida en varias dimensiones, donde la atención del lector vacilará entre los géneros, las interpretaciones, la evocación y los artificios puesto en escena.
Será cuestión de dejarse llevar por la propuesta, tal como una fórmula, que marcó camino con Monterroso, provocando que la reflexión sobre la forma escrita, sea mayor incluso que la cantidad de palabras que el propio texto utiliza para producir sentido, siendo éste el mayor logro a que un texto puede aspirar.
Odradek, es un acertijo este mes.




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