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Mucho se ha escrito en el debate libro electrónico contra el impreso en papel.
Los artículos se inclinan por una u otra opción con variados argumentos. No es nuestro caso. Poco nos importa ese debate. Cada uno leerá como quiera lo que quiera y donde quiera.
Sin embargo pensamos que no se tiene en cuenta un aspecto del asunto. Tratándose de libros, los hay mejores y peores, para hacer una clasificación simple.
Pensemos en los peores, cada quien sabrá de qué hablo. Supongo que el libro digital tendrá una tecla para borrarlo o ponerlo en la papelera que estará representada por uno de esos tachos de basura más o menos altos. Mediante el sencillo procedimiento de tocar una tecla el libro viajará, tal vez página por página como llegan los archivos, hasta su destino final de “papelera”. También puede resultar agradable el pensamiento acerca de la palabra “Eliminar”. O la pregunta “¿está seguro que desea eliminar Tokio Blues?” o “si usted hace clic en acepta Tokio Blues se eliminará para siempre” y uno hace clic y chaupinela. Eso está muy bien. Siempre y cuando no lo comparemos con el placer de tener el libro en papel y arrojarlo contra una pared. Verlo caer abierto, acaso desparramando hojas, prematuramente descuartizado. Observarlo en el suelo con una tapa o varias hojas dobladas, desarticulado como un suicida de alturas.
La versión electrónica nos priva, además, del privilegio de clasificar y castigar, enviando a los confines oscuros y lejanos de la biblioteca a nuestros libros más despreciados. Condenando al ostracismo de la fila de atrás a aquellos que nos resultan vergonzosos pero no queremos tirar por las mismas razones que nos negamos a aceptar la pena de muerte.
La revista Odradek reúne lo mejor de los dos mundos. Del mundo digital tiene las ventajas de que es fácil de llevar, liviana, sus amplios espacios en blanco permiten escribir otras obras en ella. A su vez, como todo producto en papel, no necesita de la energía eléctrica o baterías, puede ser archivada sin ocupar espacio en la memoria de su ordenador, puede arrojarse al suelo o contra una pared con facilidad y sin riesgos para la propiedad o la salud de otras personas, permite su utilización como envoltorio o para la ignición. Finalmente hemos tratado de evitar el crecimiento de la revista en número de páginas y en tirada con el objeto de no comprometer el ecosistema agotando la existencia de árboles para elaborar el papel necesario. Apenas unos pocos troncos por mes a cambio de un bosque de cultura.

Roberto Gárriz



Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek

Es domingo a la mañana en cualquier bar de la ciudad de Buenos Aires que por cortesía o política comercial ofrezca a sus clientes ejemplares de los principales diarios del día.
En esa o aquella mesa los que están sentados cogotean posando su mirada en esa otra o aquella otra mesa buscando el diario que acompañe su café.
Se ponen de pie, merodean a los lectores dubitativos, impiden la circulación de los mozos, preguntan a los otros parroquianos señalando algún periódico sobre su mesa ¿es suyo? La imagen en su conjunto es triste pero de alguna manera refleja el carácter de cada uno y la forma en la que se desempeña respecto a los bienes que son para uso público. La experiencia indica que existe un “vacío legal” respecto al comportamiento en esta materia, es por eso que se publica lo siguiente:

Protocolo de uso de publicaciones ofrecidas por cortesía en bares y cafés

1. el material de lectura está a disposición del cliente para que pueda informarse ligeramente de las principales noticias de actualidad. NO está allí para ser estudiado exhaustivamente, ni para ser objeto de un pormenorizado análisis semiótico. La brevedad en el lapso en el que dispone del material será considerada signo de buena educación. Hay gente esperando.

2. el material de lectura se cuidará más que si fuera propio y se devolverá al sitio destinado para su exhibición y ofrecimiento en perfectas condiciones, completo, es decir sin arrancar hojas o secciones (aunque se piense que esas hojas no le interesan a nadie/ son solamente los horarios del cine/ son solamente los clasificados).

3. será considerado un chancho el lector que subraye, marque, anote teléfonos y mucho más, el que se dedique a resolver la claringrilla o similares.

4. se considerará nulo el pacto entre clientes del tipo “¿cuando termine me lo acerca a aquella mesa?” tendiente a defraudar a clientes respetuosos o timoratos.

5. en ningún caso se requerirá la intervención del mozo/a o camarero/a para que medie, ya sea favoreciendo la entrega o apurando el retiro del material.

6. para el supuesto que el cliente lector, provisto del material público se encontrara inoportunamente con algún conocido a favor del cual tuviera que interrumpir la lectura más allá del tiempo que lleva decir “cómo te va/ tanto tiempo/ cómo andás/ saludos a la familia” ordenará rápidamente el diario y considerará perdido su turno, depositando el material en el lugar dispuesto al efecto por las autoridades del bar, pudiendo recuperarlo nuevamente tras despachar la dificultad. El mismo artículo será aplicable para el caso de llamadas al teléfono celular o intercambio de mensajes de texto que entorpecieran la lectura por más tiempo que el consignado en esta cláusula.

7. en ningún caso el lector podrá permanecer con el material en su mesa una vez terminada la lectura.

8. se considerará infracción grave apoyar objetos (carpetas, carteras, computadoras) sobre el material público disimulando su presencia sobre la mesa, e impidiendo la lectura o el reclamo por parte de otros lectores.

9. el lector evitará mojar el material o descargar sobre él migas, queso crema u otros productos. No será castigada la marca circular, típica impronta del pocillo de café.

10. en ningún caso se podrá llevar el material al baño.


Basta concurrir a cualquier bar para coincidir con la imprescindibilidad de la urgente aplicación de este decálogo. Pero también es oportuno resaltar las ventajas de optar por la lectura de la revista Odradek, que es fácil de leer, liviana para transportar y se entrega en forma gratuita. Defrauda así al sistema capitalista gambeteando el comercio y la especulación. Por otra parte, al entrar al patrimonio de la persona mediante la posesión, constituye un pilar fundamental de la propiedad privada, pudiendo ser llevada al hogar o a la calle, sin necesidad de estar sometida a decálogos ni a reglamentos de ningún tipo. Lo que haga usted con ella si de ningún modo ofende al orden y a la moral pública, ni perjudica a un tercero, está sólo reservado a Dios, y exento de la autoridad de los magistrados.
Roberto Gárriz

Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek

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