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Con un corte metafísico, lo que viene después de la naturaleza, después de lo físico; un obsesivo Ahab, emblema de transformación o deformación del carácter a que el hombre se puede ver sometido si las condiciones son empáticas, son un símbolo que sobrepasaron el objetivo literario para transformarse en un análisis profundo de biología, religión, idealismo, venganza, racismo, política y cuanta representación de la humanidad sea posible en sus formas negativas.
Roberto Garriz, en su texto del número 25 de Odradek, Moby Dick, en una traducción muy personal; a su vez, un pliegue entre la literatura y nuestra Argentina, en donde la mención del faro de Eddystone no es casual, torre aislada y guía, un faro que históricamente atraviesa tormentas, la guerra de Francia, recambio de materiales, cambio de altura, y fama que lo hace permanecer aún.
Es decir, en este texto de Garriz la dualidad, entre los significados es ineludible, Moby Dick escapa incontables veces a sus perseguidores, los cuales son de diferentes nacionalidades. La ballena los enfrentaba, siempre los vencía.
En el texto de Melville, sólo Ismael se salva; en la famosa historia, según su traducción al hebreo Ismael significa “Dios oye”, y es el que cuenta la historia, una primera persona a quien Garriz le toma la voz.
Para leer y pensar, un texto muy atrevido, en el número 25 de la revista Odradek.


Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek

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