Cuatro días a pescar, era la consigna y allí íbamos, la semana pasada, en el automóvil que habíamos conseguido, un Ford Galaxy modelo 1999, el Director Editorial de la revista, el vice director del departamento de arte, nuestro principal anunciante y yo.
Y no hay mucho más que decir que un buen lector de policiales no haya deducido. Para qué extenderme detallando el calor que hacía la semana pasada, no hace falta ser mecánico para intuir que el automóvil se descompuso antes de recorrer los primeros doscientos kilómetros, que no encontramos ningún lugar decente donde comprar una bebida fría, ni hablar de pasar la noche. Entonces el malhumor, el cansancio, la ira y el riesgo de deshidratación son las consecuencias lógicas. Los micros no paran donde no hay bebidas frías, parece obvio. Tampoco hay bebidas frías donde no paran los micros.
El automóvil club no responde los llamados de los que no somos socios, eso lo sabe cualquiera.
¿Hace falta seguir contando? ¿es necesario continuar el viaje? No, vamos a saltearnos la narración de la noche en el camping, las cosas que allí sucedieron. Solamente diremos que a nuestro regreso se decidió que el número de febrero estuviera dedicado a los monstruos.
El lector despabilado entenderá el resto.
Roberto Gárriz
Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek
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