
Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek
En la era digital tal cosa es impensable, de manera que esas palabras fueron perdiendo ese síntoma de tragedia que suele impactar sobre los que amamos los libros como que si fueran misiles.
En el texto de Adrián Drut, “Flesh wound”, número 28 de la revista Odradek el planteo es diferente, desde el título que me gustó definir como: “algo que penetra el cuerpo a través de la piel afectando órganos y huesos”, (definición de lo que espero que me provoque un texto) , que ya debería estremecernos, y hasta el fin del texto que es, si se quiere, un acto oscuro de perversa agitación.
Hace rato que admito que me entrego al mundo plano de los libros con sentimiento más o menos temerario, aunque convencida que todo texto es cierto solo para el texto, entrar y salir del texto de Adrián Drut me produjo jet lag. Sin duda compartimos con el autor las suturas, aunque mis costuras se encuentran en el alfabeto de los ojos que al pasar por los vocablos me provocan torceduras, torsiones y distorsiones de los mensajes. Y aunque no se pueden ver los suspiros, las resistencias, el encrespamiento y retorno de las palabras que, aunque escritas, dejan oír una voz ascendente e inquieta, la quemadura se enrosca en los músculos, en las ideas, en los órganos, dejando su cuño como si una fuera tan frágil y sumisa, como el papel.
Soy una convaleciente recomendando a otro convaleciente, espeluznante texto de Adrián Drut, en el número 28, un texto en donde el cuerpo es tomado por la palabra, literalmente.
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Dejo al lector revelar este enigma en el texto de Roberto Gárriz del número 27 de la revista Odradek.
Odradek ha nacido breve. Al tocarla, hace ruido de hoja impresa. Es que justamente es una hoja con sus dos lados cubiertos de escritura, de modo que al girarla, los lados desaparecen. El conjunto puede sostenerse con las manos, pero no es únicamente una hoja escrita. Más bien se trata de pedazos de hilos de pensamientos. De hilvanes y de hilachas sobre una hoja grande, una sola.
A veces sentimos la tentación de creer que llegará a adoptar una figura más razonable y que ahora está incompleta. ¿Acaso seguirá rodando por los lugares donde se la encuentra, arrastrando los ojos de nuestros amigos, de nuestros vecinos, y de los amigos y vecinos de nuestros hijos? No tenemos pistas en este sentido.
Odradek no es pequeña. Y no parece que le haga mal a nadie.
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