Parte de la narración, y creo, una práctica que lamentablemente va desapareciendo, es contarles a los otros lectores lo que entendió, o supuso, o imaginó, o creyó, respecto a lo que se refiere en un relato, pero no en formato de crítica literaria, sino en el formato personal, lo que le invoca a cada uno, en referencia a la propia historia del lector.
Ya se habrán acostumbrado a mis propios comentarios, con que vengo indagando en los textos de la revista Odradek, a tientas, y descaradamente.
Entre mis observaciones, por una razón que no sé si puedo explicar, me interesan especialmente los nombres.
Soy una lectora de nombres, es usual para mí preguntarme por qué tal personaje se llama de tal manera, por qué el Quijote se llama Alonso, por ejemplo, o por qué, en la biblioteca trabaja Betty y no Mirta, y así.
Es una ocupación ingrata, claro, porque el relato del nombre de los personajes en general, es otro relato que probablemente conducirá a otro relato.
En lo que respecta a esta inquietud, creo, es una manía que me viene desde que nací, porque mi propio nombre se debe al personaje de una novela, tal como mi propia madre se ha encargado de contarme desde la primera vez que me pregunté por qué me llamo como me llamo.
El nombre, en cualquier caso, es para la realidad como una transfiguración, de ese modo a veces se nos ocurre decir que tal o cual no tiene cara de Betty o de Washington.
De esa manera, amamos u odiamos personajes sugeridos por la huella del nombre, ya sea que conocemos un villano o una buena persona que porte el nombre que comparten con un personaje.
Sin embargo hay todo un grupo de nombres que son inocentes de este origen en el mundo real, sino que tienen origen en la literatura, por ejemplo, ya nadie puede llamarse Gregorio, ni en la realidad ni en la ficción sin quedar pegado a Kafka, ni, tal vez, el estigma de ser convertido en insecto mentalmente por muchos, y tal vez, no tan mentalmente.
Me parece, que en base a estas inquietudes, los libros se me van convirtiendo en un compendio de genealogía de nombres; de hecho, debería haber un diccionario de nombres, pero no en base a su significado, sino a su linaje literario.
Por ejemplo, quién puede leer a Mariano Quintero, sin encontrar connotaciones en Washington Sondon; la reverberancia de ese nombre es casi un valor extra en los textos de este autor, cuentan cosas que el autor tiene fiaca de explicar, o que aprovecha, debido a las limitaciones del espacio.
Entre las curiosidades de la revista Odradek, quizás los lectores no saben que cada texto está limitado a 2000 caracteres, esto implica una dificultad extra, para los que se dan cuenta que es complicado expresar una idea en un número tan definido en extensión, sin embargo, uno de los trucos para exceder ese limite, es sin duda el uso de los nombres.
Cada nombre, extiende el aroma del relato y su significado, y orbita el relato tan profundamente que en muchos casos es difícil reconocer cual es el personaje y cual el autor, e incluso tuerce la idea sobre algunos relatos, tal el caso de Frankestein que algunos creen que es el monstruo cuando en realidad es el doctor que lo crea.
Creo que me excedí en mis divagaciones, pero en realidad, lo que quería comentar es que: cuando los nombres de los autores son los que irrumpen la trama del relato hay, en esa intromisión, una serie de connotaciones que devienen del conocimiento del autor que es usualmente un señalamiento sobre sus características, que a los lectores, quizás les resulta críptico.
En el número 38 de la revista Odradek, prolifera en indicios sobre los autores.
Es casi un número confesional o delatorio, aún no lo decido.
Utilizando el dispositivos de construcción, al igual que los otros autores de este número 33 de la revista Odradek, que no son un tema ornamental, sino un sistema de señales, de guiños, hacia un probable lector, que encontrará en cada órbita, el discurso participativo entre el texto de referencia y la realidad arbitraria del autor. La geografía: Palermo, estación de servicio, preembarque, palabras que decantan las historias en una supuesta cotidianeidad espacial.
Una propuesta que provocativamente empuja el límite de autores importantes, Macedonio, Monterroso, Mallarmé, como un desafío al exponer que no hay inviolabilidad de acuerdos en la expresión literaria.
Con la emulsión de la ironía y una distancia muy corta entre la ruptura de los géneros de esos autores, ahora nuevamente enfrentados a este conjunto de narraciones con una textura que se entreteje con otros textos y entre sí, Roberto Gárriz encuentra una forma de homenaje, bajo un aparente intención de desmitificación del recurso del sistema literario como una extensión del sentido del texto.
Roberto Gárriz expone una constelación de autores leídos y vueltos a leer que revolucionan el sentido artístico de la escritura en prosa.
Cuando dos personas, deciden formar un enlace estable, legitimado por la voluntad, casi como la experiencia marital, inmediatamente el acerbo cultural coloca la palabra matrimonio en la definición de la relación, aunque en el término riguroso de interracial, se define el color de piel como hecho inherente a la enunciación; para mi, todos los componentes están expuestos en el texto.
Las Violetas como escenario, y un narrador que nos cuenta lo que piensa, nos habla de la situación temporal, trabajadora sexual, vitrales, cliente, albergue transitorio, que ha producido un extraño efecto en este número de la revista Odradek, pues el matrimonio mixto, interracial, intercultural, no se refiere a los personajes de este cuento, sino a la convivencia en el mismo número con el texto de Yanina Bouche, “Flavia”.
Como dos expresiones de mundos opuestos, ambos textos coinciden en un encuentro, matrimonial; por estar en el mismo número, ahora y para siempre y la muerte no separará lo que Odradek ha unido; con las mismas intenciones, como cuando se planea un enlace, aunque con diferentes resoluciones.
En el texto de “Flavia”, las marcas son Facebook, celu, Ohlalá, y otras respuestas.
Parece que en una época, la conjunción de personas y la exposición clara de las intenciones determinaban un resultado, y en otro, la misma situación nos sorprende con otro resultado.
Lo que también es evidente que la relación de los dos textos, forman algo así como una unión étnica, esta pareja, estas dos naranjas, dirimirán sus encuentros y desencuentros con el lector, como arte y parte, que como siempre hacen los de afuera: opinan.
La buena noticia es que en este matrimonio textual, no habrá divorcio, están para siempre relacionados por el número 32 de la revista Odradek.
Ana Abregú
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Si como Mallarme proponía, separado de su significación, el lenguaje se convierte en objeto, y la grafía o tipografía concede a los signos un valor como instrumentos constructivos de una forma visual, manipulables libremente y sin sometimiento a la función esencial de transmisión de información, estamos ante una construcción que se va configurando en base a la forma escrita, el enigmático MDS, título de la primera parte de este texto, aparecido en el número 31 y al cual ya me referí en comentario anterior, y el actual, “Coco loco”, número 32, en el que Vanesa Pafundo establece los materiales de su historia basada en el simbolismo de la grafía; artificios que parecen configurar un texto que va dejando de lado aspectos laterales del hecho literario, elementos de sintaxis, en definitiva, para experimentar con una grafía que sugiere un clima, más allá de las frases o sintagmas que lo inducen como las palabras: misterioso, consecuencias, delictivos.
Por ahora, la presentación del texto refiere a la puesta en escena, a la creación del clima, a una presentación de casos, en el sentido psicoanalítico, la letra como sugerencia de inicial de nombre o apellido, o de caso policial, o de simple protección de nombres bajo la insinuación de ser reales, y cercanos.
Todavía una integración de partes entre recursos de varios géneros, por ahora una geometría tipográfica, y varias promesas.
Habrá que estar atentos.
Este número de la revista Odradek, se caracteriza por las propuestas que establecen un nexo entre historias, como promesas que se van abriendo en la línea del tiempo.
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¿El tiempo será una magnitud o una magnanimidad?
Y si la línea es el conjunto de partículas que conforman un plano, así, acá y allá, el tiempo parece más bien un invento filósofo en una noche de mal sueño.
De repente Osqui Bertea, en el número 31 de la revista Odradek, propone que el tiempo no es nada que la física pueda explicar, está armado de palabras que pueden trastornar y meternos en un embrollo en lo que todo es así, acá, allá y de otro modo, dice: sustancia, pasado, líquido y convulsionado, y nos introdujo en un laberinto, si leemos al revés, aire, presente, recuerdos y después, y nos absorbió así, acá, allá, de otro modo y al revés.
En “Océano del tiempo”, el texto de Osqui Bertea, es así, acá, allá, de otro modo, al revés y turbio, como el mar, como el Gato de Schrödinger puede estar vivo en un universo y muerto en otro.
Si tenés intención de leerlo y no lo encontrases en la revista, tocá la puerta que dice MDS, y esperá que Vanesa Pafundo te conteste: subí.

El engendro, masticó para su crecimiento, más de 1100 espacios de texto, más de 2000 hipervínculos, muchos minutos de sonido que se escuchan mediante Real Audio, estructura codificada en javascript, galerías virtuales, todo un despliegue sólo para ese propósito.
Luego de ese proyecto, en Odradek, no tenemos nada que envidiar a esa idea, ya que contamos con otros elementos que nos resultan mucho más interesantes, el texto de título enigmático MDS, de Vanesa Pafundo, en el número 31 de la revista Odradek, que promete ser un relato por entregas, con mucho por especular; para comenzar, el título, presenta características en referencia al proyecto que anteriormente comenté, ya que MDS es el nombre de un formato de codificación de sonido en Internet, de ahí un punto de coincidencia con el hijo de Amerika.
Influenciada por el relato de Germán García del número anterior, “Oido al pasar”, del número 30, pensé que MDS podía referirse al síndrome supuesto de Myelodysplastic, un conjunto de desórdenes en la médula cuyo efecto prefiero no comentar.
También, puede representar el nombre de un escritor, por decir cualquiera: Marcelo Dos Santos, el autor de “Noche y niebla”, la definición de aristócrata y filántropo alemán, encuentra un eco en esa novela.
Otra posibilidad es que se trate de algo con el Ouija, ese objeto de vida doble que algunos fingen que es un juego y se toman como ventana al otro mundo, o que fingen que es una ventana al otro mundo, pero se lo toman como juego, lo menciono porque colocando MDS en el buscador, apareció este par de misteriosas frases: “la Ouija viene siendo lo mismo en su mds profundo aspecto” y esta otra: “para que las manifestaciones sean mds vigorosas”, pero creo que es un error gramatical y quisieron escribir “más” y les quedó un sistema literario con el texto de Vanesa Pafundo.
MDS es también un protocolo de comunicación, que justamente tiene como objetivo la autenticación de artículos que se publican en Internet.
Por lo que parece, podemos estar en un big bang de propuestas sobre la organización literaria de este texto, que haría palidecer al más imaginativo.
¿Qué propone el texto? Leálo, opine, aporte, esta en el número 31 de la revista Odradek

En este enero de clima extraño, en el número 30 de enero, de la revista Odradek, con el texto de María Marta Gigena, “La vuelta”, recupera ese hecho, como para recordarnos la circunstancia del evento.
En esta propuesta aparece Betty, protagonista conocida, sobre todo por mi, puesto que nos encontramos en el número 27 de la revista Odradek, con el texto “De Rusia con amor”, donde coincidimos en coordenadas espaciales pero no temporales en el comentario “Jakobson versus Jacobson”, de este mismo blog.
Imaginé que de repente habían pasado 5000 años, y sólo la revista Odradek sobrevive, y una raza de otro planeta viene a estudiar lo que fue la vida en la tierra, este número de la revista sería el único indicio de que hubiera, la humanidad, festejado el fin de año ¿festejado?
En el fondo, no había notado que me gustara que no se contaran cuentos de navidad o fin de año, ya es como la composición tema “la vaca”, parece que se ha dicho todo, siempre alguien cuenta una historia, en la que ocurren cosas inauditas, que involucra peleas familiares, a veces me ha tentado pensar que las fiestas sacan lo peor y lo mejor de las relaciones familiares.
Sin embargo en el texto de María Marta Gigena, lo bueno es que ese tipo de historia no aparece, sino que me gustó porque comienza como terminan las fiestas de fin de año y termina como comienzan.
Aunque un poco tarde este comentario, debido a que Odradek es algo caprichosa con el tema de las fechas, sale, pero la fecha en que se publica es un secreto celosamente guardado en cajas de varias llaves, nadie sabe el número de llaves, se abre una caja por día, y todos los meses cambia el número de cajas.
¡Feliz año!
Esta era la discusión que se planteaba en una reunión digital que se hizo en cierto rincón virtual entre lectores de la revista Odradek, en la charla se planteó, si la literatura se había visto afectada por la vida virtual, tal como parece ser que ha ocurrido en tantos aspectos.
Para ello, alguien planteó el siguiente enigma, proponiendo averiguar si esta situación podía resolverse sin recurrir a actividades de la vida real: una persona estaba en cierto bar de av. Pueyrredón y calle conocida, ahí, en la esquina, y oyó lo que se hablaba en la mesa vecina, aunque por la distancia y el ruido propio del bar, sólo escuchó algunos de los diálogos. Esta persona alcanzó a deducir que estaba siendo testigo de una reunión del staff de la revista Odradek, porque la misma fue mencionada en varias ocasiones y dedujo que se hablaba de la publicación del próximo número, que por el momento en que ocurrió se refería al número 29 de la revista Odradek.
La persona no conocía a ninguno de los integrantes por no haberlos visto nunca, aunque sí había leído la revista, de manera que pensó para sí mismo: esto es lo mismo que estar leyéndolos a través de la computadora, es un momento de la vida digital, rozándose o concurriendo con la vida real.
Voz 1, masculina: …la inteligencia natural del hombre, jamás será superada por la artificial…
Voz 2, masculina: …una operación que puede afectar fuertemente su identidad…
Voz 3, femenina: …también está convencida de que ella lo va a recomponer…
Enviado esto, nos propuso averiguar si sabíamos a quien pertenecía cada voz y si era acertado que tal grupo eran los Odradek.
Luego de planteado el asunto, nos avisó que a pedido de los participantes podría enviar otras frases que escuchó, pero que pensaba que con las enviadas sería suficientes.
En eso nos quedamos varios leyendo la revista, retrocedimos en algunos números, comentamos la ternura de los textos de Ariel Bermani, con la zaga familiar del Ponchi y la Majita; la melancolía del Señor Shim y el gato, de Nora Martinez, que va en camino de convertirse en una zaga también y algunos sugirieron que haría bien el señor Shim de dejarle el gato al Ponchi o la Majita, que seguramente con los niños sería feliz; otros opinaron que Germán García no debería estar a la madrugada armado de un cuchillo con una mujer con la que vive desde hace diez años, y mucho menos discutiendo; también dijeron que la tía Alicia de Majo López Tavani, no era la misma Alison del título y que había ocurrido allí una de esas tantas transferencias de personajes al otro lado del espejo, y que el título era de un lado del espejo, un lado del primer mundo, mientras que la tía Alicia se había quedado del lado del tercer mundo; y así, seguimos uno tras otro conversando sobre la vida digital, sin que nadie haya notado que en realidad todos hablaban de la vida literaria, y así pasamos la tarde, sin solicitar otra pista.
Ahora, cuando me puse a pensar, me di cuenta que aún no había averiguado quienes eran los autores, así que se me ocurrió pedirle a los lectores que me ayudaran y que sin pudor, si fuera necesario, solicitaran más pistas.
Aún no he podido confirmar si el grupo se trataba de los Odradek.
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Ya al tener la decisión del narrador de una historia, algunos escritores manifiestan que comienza ese narrador a contarles a ellos mismo la historia; tiendo a creer que la imaginación o "algo", se coloca dentro de la piel del narrador, toma su configuración, se asimila a su mirada, a su forma de decir y de allí surge que el escritor, como un médium, en estado de “otro”, escribe la historia.
Es bastante difícil aceptar que otro escribe por uno, y que uno parece un simple artefacto, imaginen entonces cuando estos narradores, además, nos sorprenden, ocultan su identidad, nos tuercen la historia y nos llevan por situaciones insospechadas.
Esa es la idea que tengo de los textos de Roberto Gárriz, un autor de la revista Odradek que, como alguien comentó: parece barajar los narradores, y yo agrego: y utiliza de esa mezcla una polifonía de voces que pueden no ser los narradores que el lector cree.
Pienso que es una de las marcas de este escritor, que hace que sus cuentos sean interesantes y contengan esa dosis de perversidad que todo cuento necesita para ser inolvidable.
Recomiendo los textos de este autor, que ajustándose de una manera bastante precisa a la definición de cuento, logra sustraernos de la rigidez del género para sorprendernos gratamente con ingeniosidad.
Publiqué un artículo a propósito del escritor Roberto Gárriz, en: Mecanismos del escritor contemporáneo.
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Entre las conexiones extrañas que Germán García revela, me hizo pensar en la descripción de un protagonista como una rémora, desarrollándose y sobreviviendo en el exterior de un tiburón, eligiendo ese pez superior y peligroso para existir, tal como los escritores solemos coexistir con nuestros héroes literarios.

El autor es considerado entonces, un especialista en reproducir con cierta habilidad, esas teorías de la literatura, embebidas con su propio criterio, cultura, facultades de observación e introspección, reflejándolas en su obra. De su capacidad lingüística depende el convertirse en un escritor excepcional.
Sin embargo en esta definición no se deja de lado el hecho de que parte de las intenciones de un escritor y su crecimiento es precisamente el romper los límites impuestos por el canon literario o el análisis, sin caer en la anarquía o desconexión de discursos que no son comprendidos por nadie.
Dentro de esta categoría coloco a la escritora Yanina Bouche, de la revista Odradek. En esta ocasión, no quise comentar su último texto del número 29: "Seriedad y discreción", sino el hecho de que he prestado atención a ciertas características de sus textos en conjunto, y basado en esa observación, que asumo absolutamente personal, es que escribí algo que denominé: “Teoría apócrifa sobre el escritor contemporáneo”, en la que expreso mi opinión sobre la obra de Yanina Bouche, aunque suene algo pomposo llamarle “obra” que da cierta idea de actividad casi concretada o llegando a su fin, no es esa la intención. Yanina Bouche es una muy joven escritora que está comenzando a manifestar en sus textos una particular visión de su mundo personal.
Los invito a leer el artículo en : http://www.igooh.com/notas/teoria-apocrifa-sobre-el-escritor-contemporaneo/
Y sus textos en la revista Odradek.
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Sobre todo porque la presentación del texto de Joyce, es muy peculiar: habla de comer con deleite órganos interiores de aves y bestias, en cierta forma una invitación al movimiento de los jugos gástricos, y el cuento de Germán García se desarrolla "entre" aves y bestias.
En el cuento de Germán García, con el título “Instante en el zoo”, el referente establece dos fuertes pistas: animales, Leopold o Ulises, Joyce.
El recurso del monólogo interior, el que cuenta, y el narrador ¿el joven Dedalus?, que está dentro de sí mismo, como el narrador de Germán García, me convenzo que Instante en el Zoo, ocurrió el 16 de junio, día en el que transcurre el relato del Ulises.
Si en la novela de Joyce se encuentra que representa un compendio de distintos personajes reales en los que hay que incluir igualmente a su creador, en el texto de Germán García con sus pocas líneas y la insistencia con la encarnadura, (¿de personajes?), no se puede evitar la misma relación.
Escrito de la manera en que Borges definiría como “los tenues desvíos de la conciencia”, pequeño pero gran cuento en el número 28 de la revista Odradek.
Breve y fino diálogo, entre el texto y uno de los libros más importantes de la literatura. Para leer varias veces y seguir especulando con los laberintos de Germán García.
Las películas que reúnen varias estrellas del espectáculo en su elenco con cierto atractivo físico conformando un grupo de bandidos, o de presos recientemente fugados, o de prisioneros de guerra en el intento de burlar a sus custodios, en general decepcionan al público. Es que genera tanta expectativa la acumulación de nombres rutilantes que luego es difícil no defraudar.
Escribo pensando en Ocean’s trhirteen, con Brad Pitt, George Clooney y Andy García entre otros, pero también recuerdo Escape a la victoria con los futbolistas Pelé, nuestro Osvaldo Ardiles y Sylvester Stallone, todos intentado salir indemnes del desafío actoral. Hago un paréntesis para afirmar que también las películas con deportistas en el elenco suelen defraudar. Estoy pensando en los westerns con Matequilla Nápoles y Carlos Monzón, o en la que protagonizó un dibujo animado con Michael Jordan. Cierro paréntesis.
Confieso que no puedo negarle la oportunidad a ese tipo de películas del que empecé hablando antes del paréntesis. Me asalta ahora el recuerdo de Los doce del patíbulo, con Charles Bronson, Telly Savalas y Lee Marvin pero ya no está en ella el compendio de caras atractivas que venimos comentando.
Lo que más me gusta de estas películas es la forma en que se conocen los miembros de la futura banda o cómo se contactan en el caso de los presos. Cada uno tiene una habilidad especial que servirá después en función de algo que solamente el guionista ha previsto.
De todas esas películas hemos copiado, con ligeras modificaciones esas primeras partes para conformar el grupo de los que mensualmente hacemos la Revista Odradek. Acaso la mayor diferencia con las películas sea que en los equipos de bandidos cuando enrolan a una mujer -casi siempre es una sola mujer- lo hacen pensando en utilizarla como arma de distracción para los guardias. Son mujeres de una infinita velocidad para la seducción, capaces de hacer perder la cabeza desde un centinela, al director del Banco Central o del casino del país más importante del mundo. Si son más de una las que se confabulan, lo hacen para atracar no a un banco sino a un marido, y ese es otro tipo de película y de revista.
En Odradek las mujeres crecen en porcentaje respecto a las organizaciones de rufianes de las películas, escriben y cómo. Yanina Bouche, María Martha Gigena, Vanesa Pafundo, Nora Martínez cada una en su estilo y a su tiempo aportan a la misión el sustento imprescindible para que la revista sea considerada aquí y en el extranjero un modelo de sano equilibrio, tanto para la Organización Internacional de la Mujer, como para la Secretaría Internacional de Lucha contra el Crimen Organizado.
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Dejo al lector revelar este enigma en el texto de Roberto Gárriz del número 27 de la revista Odradek.
Este texto se deja degustar por la inversión entre síntesis objetivas de comparaciones y el final subjetivo.
(*) Leer en la número 25 de Odradek el texto, “La carpa ODRADEK” y comentado también en este mismo Blog .
Memoria y Xanadú, en el mismo texto son como un sinónimo y un oximorón a la vez, le otorgan al texto cierto sentido holístico.
Un efecto compartido con lo que me produjo “Ni olvido, ni perdón” de Vanesa Pafundo, sin olvidar el referente del título que no es sólo una frase, sino un sustantivo.
En ambos la incesancia se manifiesta de alguna manera que se resuelve o no, y me sugiere, por el contrario, un sentido de lo inextinguible, idea que persevera sin importar lo que se haga por proscribirla.
Me recordó un texto de la misma autora en referencia al escritor Salvador Elizondo, y cito: Aludir a la imposibilidad de la literatura llevaría implícito un supuesto: el de no buscar finalidad alguna en los textos que leemos. No habría, por lo tanto, un sentido “oculto” que al descifrarse sirva para explicar al texto; éste solo debe ser vivido, transitado y colocado en esa biblioteca que conforma nuestro archivo de lectura…*
Reflexión que revela lo que me excitó cada lectura, textos que aparentemente no guardan vínculos entre sí, pero con el nexo de que ambos se encuentran en el mismo número de la revista Odradek, e incluso en la misma página, parecen encontrarse enfrentados, mirándose como en un espejo rugoso, en donde es en los pliegues donde se arma el sentido.
Odradek ha estado inmiscuido en los pensamientos e inspiración de los autores de este número.
Ambos textos en el número 26 de Odradek.
* Invito a leer el texto completo en http://www.metaliteratura.com.ar/ , en listado de destacados, artículo Salvador Elizondo, que se encuentra siguiendo las opciones del menú estrella: Literatura/crítica/de novela, con el título: Salvador Elizondo, una poética de la incesancia, Vanesa Pafundo.
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No he dejado de notar que en término de “filos”, hay una coincidencia entre Nora Martinez, Kafka, Kuper, Odradek, y la serie de variaciones rítmicas, la premeditación en el uso de la p, perinola, pelusón, predio, podio, Pontevedra; la ausente pero presente "poder", que relaciona con las voces de la niñez o el niño frente a, o en relación a un adulto, y un lugar específico, Buenos Aires, costanera, escombros. La narradora y el mar, el par intimidación-dominio, y una historia que no se deja contar.
Nora Martinez tuvo un encuentro con Odradek.
Roberto Garriz, en su texto del número 25 de Odradek, Moby Dick, en una traducción muy personal; a su vez, un pliegue entre la literatura y nuestra Argentina, en donde la mención del faro de Eddystone no es casual, torre aislada y guía, un faro que históricamente atraviesa tormentas, la guerra de Francia, recambio de materiales, cambio de altura, y fama que lo hace permanecer aún.
Es decir, en este texto de Garriz la dualidad, entre los significados es ineludible, Moby Dick escapa incontables veces a sus perseguidores, los cuales son de diferentes nacionalidades. La ballena los enfrentaba, siempre los vencía.
En el texto de Melville, sólo Ismael se salva; en la famosa historia, según su traducción al hebreo Ismael significa “Dios oye”, y es el que cuenta la historia, una primera persona a quien Garriz le toma la voz.
Para leer y pensar, un texto muy atrevido, en el número 25 de la revista Odradek.