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Mostrando entradas con la etiqueta revista Odradek. Mostrar todas las entradas
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Es domingo a la mañana en cualquier bar de la ciudad de Buenos Aires que por cortesía o política comercial ofrezca a sus clientes ejemplares de los principales diarios del día.
En esa o aquella mesa los que están sentados cogotean posando su mirada en esa otra o aquella otra mesa buscando el diario que acompañe su café.
Se ponen de pie, merodean a los lectores dubitativos, impiden la circulación de los mozos, preguntan a los otros parroquianos señalando algún periódico sobre su mesa ¿es suyo? La imagen en su conjunto es triste pero de alguna manera refleja el carácter de cada uno y la forma en la que se desempeña respecto a los bienes que son para uso público. La experiencia indica que existe un “vacío legal” respecto al comportamiento en esta materia, es por eso que se publica lo siguiente:

Protocolo de uso de publicaciones ofrecidas por cortesía en bares y cafés

1. el material de lectura está a disposición del cliente para que pueda informarse ligeramente de las principales noticias de actualidad. NO está allí para ser estudiado exhaustivamente, ni para ser objeto de un pormenorizado análisis semiótico. La brevedad en el lapso en el que dispone del material será considerada signo de buena educación. Hay gente esperando.

2. el material de lectura se cuidará más que si fuera propio y se devolverá al sitio destinado para su exhibición y ofrecimiento en perfectas condiciones, completo, es decir sin arrancar hojas o secciones (aunque se piense que esas hojas no le interesan a nadie/ son solamente los horarios del cine/ son solamente los clasificados).

3. será considerado un chancho el lector que subraye, marque, anote teléfonos y mucho más, el que se dedique a resolver la claringrilla o similares.

4. se considerará nulo el pacto entre clientes del tipo “¿cuando termine me lo acerca a aquella mesa?” tendiente a defraudar a clientes respetuosos o timoratos.

5. en ningún caso se requerirá la intervención del mozo/a o camarero/a para que medie, ya sea favoreciendo la entrega o apurando el retiro del material.

6. para el supuesto que el cliente lector, provisto del material público se encontrara inoportunamente con algún conocido a favor del cual tuviera que interrumpir la lectura más allá del tiempo que lleva decir “cómo te va/ tanto tiempo/ cómo andás/ saludos a la familia” ordenará rápidamente el diario y considerará perdido su turno, depositando el material en el lugar dispuesto al efecto por las autoridades del bar, pudiendo recuperarlo nuevamente tras despachar la dificultad. El mismo artículo será aplicable para el caso de llamadas al teléfono celular o intercambio de mensajes de texto que entorpecieran la lectura por más tiempo que el consignado en esta cláusula.

7. en ningún caso el lector podrá permanecer con el material en su mesa una vez terminada la lectura.

8. se considerará infracción grave apoyar objetos (carpetas, carteras, computadoras) sobre el material público disimulando su presencia sobre la mesa, e impidiendo la lectura o el reclamo por parte de otros lectores.

9. el lector evitará mojar el material o descargar sobre él migas, queso crema u otros productos. No será castigada la marca circular, típica impronta del pocillo de café.

10. en ningún caso se podrá llevar el material al baño.


Basta concurrir a cualquier bar para coincidir con la imprescindibilidad de la urgente aplicación de este decálogo. Pero también es oportuno resaltar las ventajas de optar por la lectura de la revista Odradek, que es fácil de leer, liviana para transportar y se entrega en forma gratuita. Defrauda así al sistema capitalista gambeteando el comercio y la especulación. Por otra parte, al entrar al patrimonio de la persona mediante la posesión, constituye un pilar fundamental de la propiedad privada, pudiendo ser llevada al hogar o a la calle, sin necesidad de estar sometida a decálogos ni a reglamentos de ningún tipo. Lo que haga usted con ella si de ningún modo ofende al orden y a la moral pública, ni perjudica a un tercero, está sólo reservado a Dios, y exento de la autoridad de los magistrados.
Roberto Gárriz

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En el caso más desesperado, la obra aparece bajo la forma absolutamente indescifrable del más ínfimo, del más absurdo de los objetos.

Quisiera detenerme un poco sobre este último caso, en el que Kafka, curiosamente, personifica su obra en un objeto llamado Odradek, una bobina de hilos enredados que, hecha de una materia indefinible y dotada de una especie de vida, responde cuando se le llama por su nombre y es incluso capaz de reír. El relato del que Odradek es el héroe se llama Las Preocupaciones de un Padre de Familia.

Forma parte del libro Un Médico Rural y fue escrito durante el invierno de 1916-1917. Cosa curiosa, contiene una alusión muy clara a la tuberculosis de Kafka, que sin embargo no se declararía hasta el mes de julio de este mismo año. Y contiene otra, más velada, a los sentimientos de Kafka experimentaba respecto a su propia creación y que, entre otras razones, sin duda le condujeron a condenar, ya que no a destruir personalmente, toda la parte póstuma de la obra.

En efecto, después de haber discutido el doble origen checo y alemán de la palabra Odradek, palabra por supuesto completamente imaginaria, el padre de familia, con el que Kafka puede identificarse aquí, puesto que él también es padre de su obra, describe el objeto familiar y sin embargo inasible que asedia su casa y que es, en suma, el “genio” del lugar. Es una bobina plana, en forma de estrella –alusión al tercer origen del objeto, el judío- hecha de fílamentos de todos los colores y de todas cualidades, enlazadas en sus extremos y enredados. Odradek anda y habla, o más exactamente, cojea apoyándose en un extremo de su estrella y sabe apenas identificarse. Odradek también puede reír, pero su risa es como la que se produciría sin pulmones, inhumana, y por tanto, ni trágica ni cómica, ni seria, ni alegre –en suma, la risa que provoca lo que se ha dado en llamar desafortunadamente el humor de Kafka. “Estaría tentado, dice el padre de familia, de creer que este sistema tuvo en otro tiempo una forma útil y que ahora es una cosa rota. Pero sin duda sería un error, o al menos, nada revela que esto deba ser así. No se perciben empalmes ni fisuras que permitan pensarlo: el conjunto parece absurdo, pero completo en su género”. Este pequeño “genio” al que se trata como a un niño, y ello sucede –dice el narrador- aunque sólo fuere a causa de su pequeño tamaño, no mora en las estancias habitadas de la casa, sino en el granero –dicho de otra manera, en las alturas-, o también en la escalera, los corredores o el vestíbulo, es decir, en los lugares que comunican a las habitaciones entre sí y a la casa con el exterior. Desaparece durante meses, pero siempre vuelve, como la inspiración, que es caprichosa, imprevisible y, sin que se sepa por qué, fiel pese a todo. En su calidad de cosa compuesta, semi-viviente, semi-inanimada, absurda, sin origen definido, ni fin, ni futuro, Odradek parece pertenecer a un espacio intermediario del que la propia muerte está excluida, Y el pensamiento de esta eternidad inspira al padre de familia un melancólico ensueño.

“En vano me pregunto qué será de él. ¿Puede, acaso, morir? No hay nada que muera sin haber tenido una especie de objetivo, una especie de actividad que haya sido utilizada; no es este el caso de Odradek. ¿Seguirá descendiendo la escalera, arrastrando tras de sí sus filamentos, ante mis hijos y los hijos de mis hijos? Sin duda, no molesta a nadie; pero la idea de que deba sobrevivirme me es casi dolorosa.”

Quisiera no examinar con torpe énfasis este texto admirable, tan preciso en su enunciado poético que la exégesis es positivamente impía. Pero Kafka, como es sabido, exigió a su amigo Max Brod que destruyera todos sus papeles póstumos, sin leerlos ni entregárselos a nadie, y desde hace treinta años la crítica se interroga sobre esta extraña voluntad que, a la vista de la conciencia que Kafka tenía de su gran valor, parece en general paradójica, si no incomprensible. Sin embargo, ¿no se encuentra la clave en su obra misma, en estos relatos en los que la literatura es ella misma su propio espejo y, singularmente, en este Preocupaciones de un Padre de Familia en el que Kafka, en términos alusivos, pero a fin de cuentas transparentes, hace melancólicamente la crítica de su arte? Como los escritos de su autor, Odradek participa de dos lenguas y se apoya en tres culturas diferentes –la alemana, la checa y la judía-, sin por ello poder reivindicar ninguna. Es híbrido y disparatado, hecho de hilos rotos que se anudan, se mezclan y no conducen a ninguna parte: es la imagen que Kafka se hacía de sus innumerables fragmentos que, de hecho, componen un extraordinario laberinto en el que el hilo conductor parece escaparse constantemente, y que, verdaderamente, parecen perfectos en su género, pese a su aire indescifrable y a su ausencia de fin. Absurdo, inútil, solitario, Odradek obtiene parte de su misterio de su naturaleza infantil y en cierta manera inmortal, mientras que su risa “sin pulmones” remite a una especie de cielo helado donde se anularían todos los contrarios, a una promesa de eternidad triste de la que Kafka dice que le hace casi daño. Observad que “casi”, lo que explica que Kafka, pese a todo, no haya destruido su obra personalmente, y en último término justifica la decisión de Max Brod de salvar a Odradek de la nada, transgrediendo la prohibición de su amigo.



Marthe Robert

Acerca de Kafka, acerca de Freud. Ed. Anagrama, Barcelona, 1980



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Uno de los aspectos de la lectura de textos, es el relato de los nombres.
Parte de la narración, y creo, una práctica que lamentablemente va desapareciendo, es contarles a los otros lectores lo que entendió, o supuso, o imaginó, o creyó, respecto a lo que se refiere en un relato, pero no en formato de crítica literaria, sino en el formato personal, lo que le invoca a cada uno, en referencia a la propia historia del lector.
Ya se habrán acostumbrado a mis propios comentarios, con que vengo indagando en los textos de la revista Odradek, a tientas, y descaradamente.
Entre mis observaciones, por una razón que no sé si puedo explicar, me interesan especialmente los nombres.
Soy una lectora de nombres, es usual para mí preguntarme por qué tal personaje se llama de tal manera, por qué el Quijote se llama Alonso, por ejemplo, o por qué, en la biblioteca trabaja Betty y no Mirta, y así.
Es una ocupación ingrata, claro, porque el relato del nombre de los personajes en general, es otro relato que probablemente conducirá a otro relato.
En lo que respecta a esta inquietud, creo, es una manía que me viene desde que nací, porque mi propio nombre se debe al personaje de una novela, tal como mi propia madre se ha encargado de contarme desde la primera vez que me pregunté por qué me llamo como me llamo.
El nombre, en cualquier caso, es para la realidad como una transfiguración, de ese modo a veces se nos ocurre decir que tal o cual no tiene cara de Betty o de Washington.
De esa manera, amamos u odiamos personajes sugeridos por la huella del nombre, ya sea que conocemos un villano o una buena persona que porte el nombre que comparten con un personaje.
Sin embargo hay todo un grupo de nombres que son inocentes de este origen en el mundo real, sino que tienen origen en la literatura, por ejemplo, ya nadie puede llamarse Gregorio, ni en la realidad ni en la ficción sin quedar pegado a Kafka, ni, tal vez, el estigma de ser convertido en insecto mentalmente por muchos, y tal vez, no tan mentalmente.
Me parece, que en base a estas inquietudes, los libros se me van convirtiendo en un compendio de genealogía de nombres; de hecho, debería haber un diccionario de nombres, pero no en base a su significado, sino a su linaje literario.
Por ejemplo, quién puede leer a Mariano Quintero, sin encontrar connotaciones en Washington Sondon; la reverberancia de ese nombre es casi un valor extra en los textos de este autor, cuentan cosas que el autor tiene fiaca de explicar, o que aprovecha, debido a las limitaciones del espacio.
Entre las curiosidades de la revista Odradek, quizás los lectores no saben que cada texto está limitado a 2000 caracteres, esto implica una dificultad extra, para los que se dan cuenta que es complicado expresar una idea en un número tan definido en extensión, sin embargo, uno de los trucos para exceder ese limite, es sin duda el uso de los nombres.
Cada nombre, extiende el aroma del relato y su significado, y orbita el relato tan profundamente que en muchos casos es difícil reconocer cual es el personaje y cual el autor, e incluso tuerce la idea sobre algunos relatos, tal el caso de Frankestein que algunos creen que es el monstruo cuando en realidad es el doctor que lo crea.
Creo que me excedí en mis divagaciones, pero en realidad, lo que quería comentar es que: cuando los nombres de los autores son los que irrumpen la trama del relato hay, en esa intromisión, una serie de connotaciones que devienen del conocimiento del autor que es usualmente un señalamiento sobre sus características, que a los lectores, quizás les resulta críptico.
En el número 38 de la revista Odradek, prolifera en indicios sobre los autores.
Es casi un número confesional o delatorio, aún no lo decido.





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Debido a mensajes, comentarios, solicitudes de algunos lectores y pedidos en general, en esta ocasión, ofrezco a los lectores para disponer en sus sitios o blogs el material de su escritor o escritores favoritos, el material que se publica en la revista Odradek.

Se puede solicitar, incluso para ser publicado de la manera que al lector le guste ofrecer a sus propios lectores.

En esta oportunidad, los textos publicados por el escritor, psicoanalista Germán García.


Para obtener sus publicaciones de la revista Odradek, no tiene más que copiar el código que de muestra a continuación:





En su sitio el material se verá de esta manera:





Ana Abregú

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Durante casi tres años, tres exactamente en el próximo septiembre, en forma sostenida, la revista Odradek ha mantenido su caracter incontaminado de avaricia, y sigue siendo gratuita.
El esfuerzo emocional de llevar adelante un proyecto de naturaleza literaria es invisible, porque aunque todos hablan del poco apoyo que hay con la cultura en general, y con la literatura en particular, lo cierto es que los mismos que esgrimen ese discurso son los que menos hacen para aportar.
Hay actividades que son silenciosas, constantes y desinteresadas; los proyectos literarios tienen algo de esa sustancia que convive en los contornos de una postergación que se hace infinita; no parecen coexistir con las épocas, se establecen como propuestas aisladas y siguen en pie por la voluntad de los que participan.
En este día, preferí hablar de la hidalguía con que la revista Odradek sostiene el espíritu con que se inició, y con el mismo compromiso por parte de un staff de escritores que mantiene la expectativa en los lectores y en ninguna otra forma de especulación, tan común en los tiempos que corren; nos ceden un poquito, cada mes, de la médula de sus imaginarios.
Hoy les doy un gracias a todos, sin hablar de ningún texto, hoy escribo de los autores, del afán con que sostienen el ideal en el que se ha convertido la revista Odradek, una revista para leer, no para comprar.
Mis respeto a ustedes, Odradekes, que son un ejemplo de diálogo permanente con lo literario, y con la profesión más vieja del mundo: el contador de historias.




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Los personajes han comenzado a vagar y a emitir señales de ritualidad en Odradek, Betty, Sondon, la princesa de Beirut, Shim, Octubre, y seguro que hay otros, en una curiosa forma de regateo de información sobre sus vidas.
Han comenzado a transcurrir en Odradek, entre fragmentos y universos paralelos; Sondon y la princesa de Beirut, como arquetipos de ficciones, con una propuesta de enlazar sesiones entre publicaciones.
Las voces prestadas de los personajes, los diálogos en los textos de Mariano Quintero, las descripciones de los crímenes en los textos de Germán García, en una relación de diálogo con la cultura cinematográfica o televisiva dentro del género.
Son personajes que remiten a otros personajes que representan a su vez personajes ficticios como forma de captación de los matices de la realidad.
Luego los personajes de Nora Martinez y María Marta Gigena, plantean una incertidumbre en los gestos cotidianos, en una quietud como si el aire no circulara, como si toda la atención del lector tendría que enfocarse en un punto, vértice de un relato que no se termina de resolver; los personajes se presenta como cotidianos, podemos reconocernos en ellos.
En el tiempo plano, sin relieves, los personajes están sumergidos en un presente sin transcurso; en Betty, la descripción del entorno que acompaña al personaje; son los objetos los que tienen historia, …una miniatura del bondinho con el que conoció el vértigo en Río de Janeiro…, y la biblioteca, lugar en donde están todas las historias en el mismo instante.
En Shim, el tiempo transcurre fuera de sí, pero él permanece dentro de sí mismo, en ese viaje de una búsqueda cuya sustancia es difícil de definir.
Odradek está comenzando a poblarse de personajes que en formato de fragmentos se va configurando como una estructura circular de materia novelesca, cuya mayor virtud es que todo se encuentra en el mismo lugar, en la revista Odradek, en el número 36.

Ana Abregú






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La palabra soul siempre me hace pensar en el Jazz. No se puede decir alma y sentir lo mismo, de manera que hay que solicitar a la academia Real Española que incorpore la palabra Soul, pero ahora con status de español, y componente importante de la ciencia de la ornitología, ciencia que se ocupa del estudio de las aves, ya que según la leyenda, Charlie Parker le aportó mucho a la disciplina e incluso tiene un disco con ese nombre y no por nada apodaban “el Bird”.
Dicen que el nombre de las cosas trae las cosas al presente, es lo que me produjo el texto de Adrián Drut, “Enlargue your penis” en el número 36 de la revista Odradek.
El título, acorde a la referencia de Subject muy conocidos de mails considerados Spam, que a todos nos ha invadido en numerosas ocasiones.
La relación de tamaño, motor, velocidad, jazz, son históricamente marcas masculinas, y por supuesto el título; el texto de Adrián Drut respira y emana testosterona, disemina elementos sonoros con los que reúne elementos del mundo viril y el mundo del cuerpo masculino.
Cuestiones, casi vedadas a la sensibilidad femenina, y precisamente por esa razón, a su vez magnéticas.
Quizás por ello han aparecido en estos días ciertos mensajes de adhesión a los textos de Adrián Drut en el blog de la revista Odradek.
La literatura, frente a la música, se coloca de costado y da cuenta de sus efectos, de sus desbordes, nunca la suplanta ni la infiere, en ese sentido, la propuesta de Drut, se parece a la mixtura entre el homenaje a una época y los dispositivos del lenguaje y el cuerpo que expresan la forma en que los atributos masculinos penetraban el “mundo blanco”, usando como vehículo de asimilación el rasgo musical que más se identifica con el color: el jazz.
Charlie Parker era el maestro del Bebop, término acuñado para enunciar un nuevo tipo de música, que explotaba en saltos bruscos, expresaban un concepto distinto de la estética melódica en uso (a propósito de la palabra, Charlie sarcásticamente decía que era la onomatopeya del golpe de una cachiporra policial en la cabeza de un negro), Charlie Parker, se instaló cómodamente en “El perseguidor” de Cortazar, y ahora en el texto de Adrian Drut, como si se igualaran ante el mismo rito.
Texto mordaz. Se puede leer en el número 36 de la revista Odradek.


Ana Abregú


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Vale la pena aprovechar un feriado para dedicarse a releer la obra de Mariano Quintero publicada en Odradek.
Cada texto una isla que va configurando un archipiélago exótico. En el primer número ofrece una crítica gastronómica que se detiene en forma exclusiva en los cubiertos. Luego va alternando distintos géneros, desde la nota de actualidad al ensayo, pasando por la ficción, la crónica deportiva o la elegía, cada número sorprende porque el enfoque nunca responde a cabalidad a la expectativa que el lector entrenado puede esperar.
Quintero reivindica a los hermanos Sofovich, o cita a Sócrates, al Teeteto y a Mirtha Legrand mientras exalta los valores líricos de Rodolfo Zapata. Chancea con Aristófanes y sin despeinarse nombra al Teto Medina.
¿Quién se esconde detrás de este Quintero, un erudito investigador de los clásicos o un teleadicto de los programas de chimentos de la tarde?
¿Y el policial desharrapado que nos regala (tratándose de Odradek, nunca mejor aplicado el término) en el último número? ¿Quién es el tal Washington Sondon? En principio recuerda al personaje de Harvey Kittel en Pulp Fiction, una especie de limpiador que viene a barrer con las pruebas de cualquier delito. Pero este Washington, acaso uruguayo, se encarga de borrar los rastros de una enigmática nota que involucra una verdad respecto a Nacha Guevara –nuevamente el cabotaje se hace presente-. El policial de Quintero del número 32 parece desafiar a las series que tienen a las autopsias como elemento principal. A golpes de risa termina con los CSI volteándoles sus mesas de autopsias.
En “James”, publicado en el número 26 de la revista, había salido airoso de un duro encontronazo con la cultura del Imperio. El veredicto lo dieron, claro, las carcajadas. Pero a medida que se suceden los textos más lejos estamos de encontrar una respuesta que nos consuele acerca de Mariano Quintero. Más parece que la multiplicidad de torsos que no coinciden con las extremidades que aparecen en el último texto, puedan ser una pista válida. Podría ser Quintero uno solo con muchas y muy distintas manos, todas dedicadas a la mejor literatura.
Roberto Gárriz.

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Leve y renovado en el número 32 de la revista Odradek, Octubre, ha venido acompañándonos desde “Diario íntimo”, en el número 30 de la revista Odradek, y ántes aún, en “Tiempo”, número 29, y nos lo presentaron allá, en el número 27, “Octubre”, se desperezó en el número 28, “El pacto”, en donde la desaparición era otro personaje.
En el tiempo, como un ardid, apareció Octubre, la relación entre el tiempo de relojes y Octubre, no es sólo un artificio dentro del texto, también lo es la vida de sus personajes.
El tiempo y las desapariciones, podría decirse que son el hilo conductor de los textos con que Nora Martinez nos viene deleitando cada mes.
La desaparición de Simón y su conversión a Shim, la desaparición de juguetes bajo los muebles de cocina la desaparición de la mujer de la casa, la desaparición del tiempo y la aparición de Octubre.
Debo reconocer que la ausencia de Octubre en el número 31, no sólo me pareció notable, sino que también perturbadora, porque una cosa es un anuncio y otro un hecho.
Los textos de Nora Martinez, en referencia a Octubre, pliegan y despliegan entre sí el tiempo, de la misma manera que los personajes.
Las descripciones de la vida de Octubre, son impecables, completamente visuales, una puede ver los movimientos de Octubre ocurrir simultáneamente con las palabras, y es en el único instante en que parece que el tiempo se detiene.
Vengo siguiendo estos relatos con gran placer, ya que Nora Martinez en su nube de juegos narrativos nos enfrenta a varias paradojas, desarticulando la idea del tiempo como regulador universal de la acción y del pensamiento para convertirlos en personajes con los que es fácil establecer afectos, atentando contra la determinación del lector de colocarles un lugar específico en la perspectiva de un relato por entregas.
El hecho de ser relatos cortos, fragmentarios, atravesados por algunos meses entre publicación y publicación, me ha inducido a colocar los textos de Nora Martinez en una coincidencia en este comentario, aquí abajo, de manera que el lector pueda deleitarse leyendo los textos, que en conjunto, muestran la habilidad de esta autora en capturar de una manera sostenida nuestra atención/tensión de lectores, donde el tiempo que juega un rol soberano, sorpresivamente se suplanta por el dominio del espacio.
Excelente el texto del número 32. No sabemos si continuará, pero sin duda Octubre ha dejado, o está dejando huella. Quién sabe, no sabemos si el tiempo disolverá Octubre o el espacio resuelva devolver lo que tomó.







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Dentro de determinadas estrategias discursivas, la ironía, el humor, los contrastes, ofrecen una apertura a la participación, en donde se apela a las posibilidades de la inferencialidad y la metáfora, todos recursos muy bien administrados en el texto “De la elegancia del turista”, del escritor Roberto Gárriz, en el número 31 de la revista Odradek.
En este texto, con el recurso del eslogan, se encuentran estrategias artísticas basadas en otros medios como son el medio visual.
Roberto Gárriz, ostenta con el pragmático recurso de la ironía, la metáfora, el humor y la ruptura de expectativas, todos modelos de atención a las pasiones generadas en el lector en relación al planteo del texto, que nos obliga a situarnos en el plano de la intervención, a partir del proceso de inferencia que realiza la propuesta.
Es un procedimiento a que nos tiene acostumbrado este autor, que con sus pequeños universos constituidos en detalles, aspectos insólitos, con una efectividad asombrosamente constante y el discurso indirecto de la ironía nos descontextualiza la realidad.
La habilidad de Roberto Gárriz es revelar su visión, y con una intención provocadora, generalmente conmoviendo la relación social con la información particular que nos ofrece, presentarnos la posibilidad de incluirnos más que como lectores, como cómplices de la historia que nos propone.
Tengo que admitir que este autor, siempre extrae la mejor de mis sonrisas.
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Con rigor o sin él, la vida digital es un hecho y aunque a algunos les guste discutir esta vida en términos de soledad o compañía, o palabras que involucran al ser social por naturaleza, la realidad es que la vida digital no significa abandonar la vida real, sino, para mi, enriquecerla.
Esta era la discusión que se planteaba en una reunión digital que se hizo en cierto rincón virtual entre lectores de la revista Odradek, en la charla se planteó, si la literatura se había visto afectada por la vida virtual, tal como parece ser que ha ocurrido en tantos aspectos.
Para ello, alguien planteó el siguiente enigma, proponiendo averiguar si esta situación podía resolverse sin recurrir a actividades de la vida real: una persona estaba en cierto bar de av. Pueyrredón y calle conocida, ahí, en la esquina, y oyó lo que se hablaba en la mesa vecina, aunque por la distancia y el ruido propio del bar, sólo escuchó algunos de los diálogos. Esta persona alcanzó a deducir que estaba siendo testigo de una reunión del staff de la revista Odradek, porque la misma fue mencionada en varias ocasiones y dedujo que se hablaba de la publicación del próximo número, que por el momento en que ocurrió se refería al número 29 de la revista Odradek.
La persona no conocía a ninguno de los integrantes por no haberlos visto nunca, aunque sí había leído la revista, de manera que pensó para sí mismo: esto es lo mismo que estar leyéndolos a través de la computadora, es un momento de la vida digital, rozándose o concurriendo con la vida real.
Entonces se tomó el trabajo de anotar algunas frases que se decían, con el propósito de deducir luego, a cual autor pertenecía, y nos envió por mail las anotaciones que fueron estas:
Voz 1, masculina: …la inteligencia natural del hombre, jamás será superada por la artificial
Voz 2, masculina: …una operación que puede afectar fuertemente su identidad
Voz 3, femenina: …también está convencida de que ella lo va a recomponer
Enviado esto, nos propuso averiguar si sabíamos a quien pertenecía cada voz y si era acertado que tal grupo eran los Odradek.
Luego de planteado el asunto, nos avisó que a pedido de los participantes podría enviar otras frases que escuchó, pero que pensaba que con las enviadas sería suficientes.
En eso nos quedamos varios leyendo la revista, retrocedimos en algunos números, comentamos la ternura de los textos de Ariel Bermani, con la zaga familiar del Ponchi y la Majita; la melancolía del Señor Shim y el gato, de Nora Martinez, que va en camino de convertirse en una zaga también y algunos sugirieron que haría bien el señor Shim de dejarle el gato al Ponchi o la Majita, que seguramente con los niños sería feliz; otros opinaron que Germán García no debería estar a la madrugada armado de un cuchillo con una mujer con la que vive desde hace diez años, y mucho menos discutiendo; también dijeron que la tía Alicia de Majo López Tavani, no era la misma Alison del título y que había ocurrido allí una de esas tantas transferencias de personajes al otro lado del espejo, y que el título era de un lado del espejo, un lado del primer mundo, mientras que la tía Alicia se había quedado del lado del tercer mundo; y así, seguimos uno tras otro conversando sobre la vida digital, sin que nadie haya notado que en realidad todos hablaban de la vida literaria, y así pasamos la tarde, sin solicitar otra pista.
Ahora, cuando me puse a pensar, me di cuenta que aún no había averiguado quienes eran los autores, así que se me ocurrió pedirle a los lectores que me ayudaran y que sin pudor, si fuera necesario, solicitaran más pistas.
Aún no he podido confirmar si el grupo se trataba de los Odradek.



Ana Abregú



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El libro de un escritor ruso a quien Dostoyevsky usó como personaje en la novela de los hermanos Karamazov, Soloiev, más conocido por el escándalo que promovió su idea de separación entre el Este y el Oeste dentro del marco de la religión, señalando que el contraste entre Oriente y Occidente se puede resumir de una forma muy simple: Mientras la Iglesia Oriental reza, la Iglesia occidental reza y trabaja; expresando de este modo una línea opuesta a los esfuerzos papales de su época, padre de la filosofía Rusa cristiana, alojado en la biblioteca de Raúl Sciarreta, por su parte, comunista, que en contacto con los textos de Freud, de Althousser, de Lacan buscaba una renovación del marxismo por la vía de atacar su corte totalitario, son las claves del extrañamiento del texto publicado por Germán García en el número 29 de la revista Odradek. Hay un libro que no fue abierto durante 62 años, ¿cuántos años tendría Raúl Sciarreta en ese momento?
La musicalidad del texto de Germán García , “En la madrugada”, me pareció resonar con relatos como los de Borges en donde un libro, un escritor, una referencia editorial, un año, un lugar, que generalmente es una biblioteca, introduce al lector en el clima del enigma, tal como ocurre en una película de misterios en donde la música corteja los latidos del secreto; luego, fragmentariamente, la definición de otros personajes como tramas que se enhebran mediante componentes de la memoria, con un formato de micro estructuras que me hizo pensar en ciertos recurso de la novela de Bolaño en "Los Detectives Salvajes", establecen como siempre en las historias de Germán García, una concordancia entre memoria y mundo, sobre todo cuando se establece la relación en los años de formación, la juventud.
Entre las conexiones extrañas que Germán García revela, me hizo pensar en la descripción de un protagonista como una rémora, desarrollándose y sobreviviendo en el exterior de un tiburón, eligiendo ese pez superior y peligroso para existir, tal como los escritores solemos coexistir con nuestros héroes literarios.
Melancólica y transfigurada representación de la memoria en el texto de Germán García.


Ana Abregú.

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Los escritores tenemos muy presente que en el mensaje literario nos importa más la forma que sus contenidos, debido a ello, gran parte de nuestras lecturas involucran el análisis formal de textos contrastando opiniones y lecturas con la teoría general de la literatura, basada en el canon literario y en las discusiones de las diferentes corrientes literarias y las épocas en las cuales se van manifestando.
El autor es considerado entonces, un especialista en reproducir con cierta habilidad, esas teorías de la literatura, embebidas con su propio criterio, cultura, facultades de observación e introspección, reflejándolas en su obra. De su capacidad lingüística depende el convertirse en un escritor excepcional.
Sin embargo en esta definición no se deja de lado el hecho de que parte de las intenciones de un escritor y su crecimiento es precisamente el romper los límites impuestos por el canon literario o el análisis, sin caer en la anarquía o desconexión de discursos que no son comprendidos por nadie.
Dentro de esta categoría coloco a la escritora Yanina Bouche, de la revista Odradek. En esta ocasión, no quise comentar su último texto del número 29: "Seriedad y discreción", sino el hecho de que he prestado atención a ciertas características de sus textos en conjunto, y basado en esa observación, que asumo absolutamente personal, es que escribí algo que denominé: “Teoría apócrifa sobre el escritor contemporáneo”, en la que expreso mi opinión sobre la obra de Yanina Bouche, aunque suene algo pomposo llamarle “obra” que da cierta idea de actividad casi concretada o llegando a su fin, no es esa la intención. Yanina Bouche es una muy joven escritora que está comenzando a manifestar en sus textos una particular visión de su mundo personal.
Los invito a leer el artículo en : http://www.igooh.com/notas/teoria-apocrifa-sobre-el-escritor-contemporaneo/
Y sus textos en la revista Odradek.
















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Odradek ha nacido breve. Al tocarla, hace ruido de hoja impresa. Es que justamente es una hoja con sus dos lados cubiertos de escritura, de modo que al girarla, los lados desaparecen. El conjunto puede sostenerse con las manos, pero no es únicamente una hoja escrita. Más bien se trata de pedazos de hilos de pensamientos. De hilvanes y de hilachas sobre una hoja grande, una sola.
A veces sentimos la tentación de creer que llegará a adoptar una figura más razonable y que ahora está incompleta. ¿Acaso seguirá rodando por los lugares donde se la encuentra, arrastrando los ojos de nuestros amigos, de nuestros vecinos, y de los amigos y vecinos de nuestros hijos? No tenemos pistas en este sentido.
Odradek no es pequeña. Y no parece que le haga mal a nadie.


Nora Martínez

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Es lo que me causaron los texto de Yanina Bouche, “Erase” y “Ni olvido, ni perdón” de Vanesa Pafundo; para empezar, en “Erase”, la sugerencia de que la memoria no es esa cosa imperecedera que repta entre computadoras en donde todo permanece indefinidamente como si fueran nidos de bichos que ningún hormiguicida puede eliminar, sino por el contrario, un medio que exige un acto de desalojo, de despojo. Esta sensación de la memoria como proliferación de insectos se reafirma con la mención de Xanadú , término que disemina algún tipo de misterio inacabable, musa de historias interminables, originalmente el reino de Klublai Kan, pero que se usó para denominar películas, mansiones, leyendas, canciones, videojuegos y palabra candidata para sugerir futuros proyecto pendientes, lo que me hizo pensar que cuando se habla de memoria, se habla incluso de los múltiples sentidos que Xanadú sugiere. La autora, al desterrar Xanadú, destrona a la memoria como un mecanismo de resguardo.
Memoria y Xanadú, en el mismo texto son como un sinónimo y un oximorón a la vez, le otorgan al texto cierto sentido holístico.
Un efecto compartido con lo que me produjo “Ni olvido, ni perdón” de Vanesa Pafundo, sin olvidar el referente del título que no es sólo una frase, sino un sustantivo.
En ambos la incesancia se manifiesta de alguna manera que se resuelve o no, y me sugiere, por el contrario, un sentido de lo inextinguible, idea que persevera sin importar lo que se haga por proscribirla.
Me recordó un texto de la misma autora en referencia al escritor Salvador Elizondo, y cito: Aludir a la imposibilidad de la literatura llevaría implícito un supuesto: el de no buscar finalidad alguna en los textos que leemos. No habría, por lo tanto, un sentido “oculto” que al descifrarse sirva para explicar al texto; éste solo debe ser vivido, transitado y colocado en esa biblioteca que conforma nuestro archivo de lectura*
Reflexión que revela lo que me excitó cada lectura, textos que aparentemente no guardan vínculos entre sí, pero con el nexo de que ambos se encuentran en el mismo número de la revista Odradek, e incluso en la misma página, parecen encontrarse enfrentados, mirándose como en un espejo rugoso, en donde es en los pliegues donde se arma el sentido.
Odradek ha estado inmiscuido en los pensamientos e inspiración de los autores de este número.
Ambos textos en el número 26 de Odradek.

* Invito a leer el texto completo en http://www.metaliteratura.com.ar/ , en listado de destacados, artículo Salvador Elizondo, que se encuentra siguiendo las opciones del menú estrella: Literatura/crítica/de novela, con el título: Salvador Elizondo, una poética de la incesancia, Vanesa Pafundo.



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Leí el texto multifacético de Ezequiel De Rosso, en la revista Odradek, el número 26, y en cuanto pude salir del shock, me interesó la propuesta secreta, fue como si estuviera presenciando la puesta en escena del relato de una sibila, con frases aparentemente desafinadas, y heterogéneos arcanos.
Después me aboqué a encontrar los 6 grados que deben existir entre kinética, la energía que un objeto tiene en virtud de su movimiento y kincón, como un texto kafkiano en donde la realidad está en un nivel superior.
Kafka, original, profundo y extraordinariamente vital, supo explayarse en el kairos, el momento justo, el momento de claridad, el momento en el espacio temporal, de la epifanía, de la iluminación; el momento literario de la introspección, y el momento de los instantes desplegados con todas las fuerzas cayendo como en un vórtice de significantes.
Me inventé calzar en ese espíritu e imaginé, en el texto de De Rosso, Otro desastroso rito astral: de estados kinéticos, revelar sus pistas: la letra k, que sin contar el nacimiento de la revista Odradek, eludiendo otros significados que prefiero considerar efímeros, es casi una refugiada en nuestra lengua.
En una misma línea, no una frase, sino en una línea, encendida de emblemas, Rotschenko y su ineludible relación entre el constructivismo ruso y Franz Ferdinand, como si el hecho de nominarla Kantiana la despojara de sus enigmáticos sentidos.
Se volvió descomunal el resplandor de entremedio del texto, o del metatexto, el tal vez, falso vibrato de las obras de Kandinsky, me ensordeció, y el mensaje se volvió oscuro con un Kerouac que definitivamente invita al insomnio.
Fui cayendo en un agujero negro y quedé peligrosamente girando en el borde del abismo de este texto que parece interminable.
Me gustaría que ayudaran los lectores, con sus comentarios, a seguir curioseando por el canto de este texto que emite tantas señales que se volvió prepotente.



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