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El canibalismo, es una especie de contacto entre seres humanos de aquellas partes del cuerpo que no se pueden tocar. El concepto del canibalismo es como el inicio de una saga, no tiene fin, porque la explicación última parece imposible, el tabú del concepto tiene un fuerte condicionamiento social.
El texto de Germán García, en su tercera entrega, “La señora de Dalí”, número 37 de la revista Odradek, como en el Zen, no presenta nuevas certezas, sino más inquietudes.
No pude dejar de pensar en los caníbales famosos; además de Anibal Lecter, caso en el que la ficción literaria y la realidad dan muestras de la dificultad en diferenciarse, no puedo dejar de notar que no se conocen casos de mujeres caníbales; lo cual es un indicio de que o tenemos más estómago o más conocimiento sobre la naturaleza de la carne humana.
Las mujeres asesinas más bien han incurrido en el arte culinario a la hora de deshacerse de un cadáver, sirviéndole a otros el producto de sus tropelías, en cuyo caso, el canibalismo no parece corresponder a la descripción del delito.
El caso que más recuerdo de caníbales famosos es el de un sudafricano que mató a su mujer y murió atragantado al comérsela, se conoció como el caso del caníbal Jabulani Siphethu, esa fue una noticia del 2005, y muchos afirmaban que la justicia divina existe.
Dejando de lado el chisme y respecto al personaje del texto de Germán García, como comenté, se me presentaros diversas cuestiones, por ejemplo, el título; es fácil encontrarle referencia: el pintor.
Dalí, un personaje controversial, y la señora de Dalí, Gala, Galarina, la “Gradiva” como le llamaba Dalí, "la que avanza", que hace referencia a su vez a una historia sobre un sueño y un delirio, que propone que ambos proceden de la misma fuente. Es decir, de lo reprimido y el sueño, surge el delirio fisiológico del hombre normal.
El desenlace de la historia de la Gradiva desemboca en plantear una íntima conexión entre el desvanecimiento del delirio y la resurrección del deseo erótico, claro ahora es fácil decirlo, pero imaginen cuando no existía la palabra "erótico"; a "resurrección" la inventaron los cristianos.
Los comentarios de Dalí, en la percepción de algunos, eran tomados como desvíos o delirios del mismo Dalí o del personaje que representaba, y que en mi opinión era un giro literario: consideraba que Gala, su musa, liberadora de los sueños ocultos, deseos latentes y misteriosa figura femenina devoraba a los hombres, incluyéndolo a él, para devolverlos al mundo con un singular imaginario.
Dalí consideraba a su mujer como una cornucopia de la cual se bebía el éxtasis, devolviendo a los hombres a una vida terrenal en la que no podían ya existir, cadáveres, zombies.
De La princesa de Beirut, mientras tanto, se sabe todo, lo que hizo y lo que encontrará la policía, pero por ahora, parece que pasa como con los caníbales: la explicación última parece imposible.
Qué sé yo, a mi me intriga muchísimo y ya llevo varios entripados: a Shim no le devuelven el tiempo, los Gárriz de Chascomús se juntan para un asado, pero no invitan, y no sabemos qué pasó en MDS, de Sondon ni noticias.
Me parece que el próximo aniversario de Odradek, (3 añitos y ya habla), está distrayendo a todos.

Ana Abregú






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Debido a mensajes, comentarios, solicitudes de algunos lectores y pedidos en general, en esta ocasión, ofrezco a los lectores para disponer en sus sitios o blogs el material de su escritor o escritores favoritos, el material que se publica en la revista Odradek.

Se puede solicitar, incluso para ser publicado de la manera que al lector le guste ofrecer a sus propios lectores.

En esta oportunidad, los textos publicados por el escritor, psicoanalista Germán García.


Para obtener sus publicaciones de la revista Odradek, no tiene más que copiar el código que de muestra a continuación:





En su sitio el material se verá de esta manera:





Ana Abregú

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Durante casi tres años, tres exactamente en el próximo septiembre, en forma sostenida, la revista Odradek ha mantenido su caracter incontaminado de avaricia, y sigue siendo gratuita.
El esfuerzo emocional de llevar adelante un proyecto de naturaleza literaria es invisible, porque aunque todos hablan del poco apoyo que hay con la cultura en general, y con la literatura en particular, lo cierto es que los mismos que esgrimen ese discurso son los que menos hacen para aportar.
Hay actividades que son silenciosas, constantes y desinteresadas; los proyectos literarios tienen algo de esa sustancia que convive en los contornos de una postergación que se hace infinita; no parecen coexistir con las épocas, se establecen como propuestas aisladas y siguen en pie por la voluntad de los que participan.
En este día, preferí hablar de la hidalguía con que la revista Odradek sostiene el espíritu con que se inició, y con el mismo compromiso por parte de un staff de escritores que mantiene la expectativa en los lectores y en ninguna otra forma de especulación, tan común en los tiempos que corren; nos ceden un poquito, cada mes, de la médula de sus imaginarios.
Hoy les doy un gracias a todos, sin hablar de ningún texto, hoy escribo de los autores, del afán con que sostienen el ideal en el que se ha convertido la revista Odradek, una revista para leer, no para comprar.
Mis respeto a ustedes, Odradekes, que son un ejemplo de diálogo permanente con lo literario, y con la profesión más vieja del mundo: el contador de historias.




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Los personajes han comenzado a vagar y a emitir señales de ritualidad en Odradek, Betty, Sondon, la princesa de Beirut, Shim, Octubre, y seguro que hay otros, en una curiosa forma de regateo de información sobre sus vidas.
Han comenzado a transcurrir en Odradek, entre fragmentos y universos paralelos; Sondon y la princesa de Beirut, como arquetipos de ficciones, con una propuesta de enlazar sesiones entre publicaciones.
Las voces prestadas de los personajes, los diálogos en los textos de Mariano Quintero, las descripciones de los crímenes en los textos de Germán García, en una relación de diálogo con la cultura cinematográfica o televisiva dentro del género.
Son personajes que remiten a otros personajes que representan a su vez personajes ficticios como forma de captación de los matices de la realidad.
Luego los personajes de Nora Martinez y María Marta Gigena, plantean una incertidumbre en los gestos cotidianos, en una quietud como si el aire no circulara, como si toda la atención del lector tendría que enfocarse en un punto, vértice de un relato que no se termina de resolver; los personajes se presenta como cotidianos, podemos reconocernos en ellos.
En el tiempo plano, sin relieves, los personajes están sumergidos en un presente sin transcurso; en Betty, la descripción del entorno que acompaña al personaje; son los objetos los que tienen historia, …una miniatura del bondinho con el que conoció el vértigo en Río de Janeiro…, y la biblioteca, lugar en donde están todas las historias en el mismo instante.
En Shim, el tiempo transcurre fuera de sí, pero él permanece dentro de sí mismo, en ese viaje de una búsqueda cuya sustancia es difícil de definir.
Odradek está comenzando a poblarse de personajes que en formato de fragmentos se va configurando como una estructura circular de materia novelesca, cuya mayor virtud es que todo se encuentra en el mismo lugar, en la revista Odradek, en el número 36.

Ana Abregú






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Aires de policial respira la revista Odradek de este mes la número 36, aunque viene asomando la tendencia desde números anteriores.
Me llama la atención que con estilos tan disímiles, tanto en el texto de “la señora de Dalí” (segunda parte), de Germán García, como en “Washington Sondon y el regreso de Concha Rayada (parte II)”, de Mariano Quintero, se pueden relacionar, aunque en sus peculiares estilos, la predilección de ambos narradores por minimizar entidades abstractas o sentimientos humanos.
La realidad perceptiva de los personajes se da en los olores, y no en el relato de la escena, mientras que es el relato de las escenas, lo que perturba al lector, que por supuesto no percibe el olor.
En el relato de Mariano Quintero, el olor del gato muerto, los intestinos, las vísceras expuestas; en el de Germán García, el suceso ocurre en la cocina.
Los desmembramientos los une.
La descripción de las muertes, se fragua en una sustancia verbal versátil, elocuente en exceso, como si la profusión de sangre y miembros tuviera como propósito anestesiar la sensibilidad del lector.
No sé qué se traen ambos autores, pero me preocupa que en un caso apareció “el crítico” muerto, y en el otro, aún no se sabe nada sobre quién es el que fue a parar a la heladera.
Ambos relatos se ciñen al orden del descubrimiento de los sucesos; misterio y aventura parecen el sello distintivo; narraciones por entregas, de las que el teórico alemán Walter Benjamin asociaba como la penetración de la lógica capitalista al ámbito literario.
No me quiero adelantar, pero cuando Washington Sondon aparezca por el Guaraní, invitado por Adrián Drut, que no sea por creer que allí puede encontrar a la periodista, y que resulte ser la princesa de Beirut.

Ana Abregú.

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