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Los textos de Germán García que publica en la revista Odradek, son obscenamente provocativos.
Sobre todo el texto del número 30, “Oído al pasar”, cuyo título, engañoso, parece más bien una introducción plácida, y en la primera línea suelta esos apellidos: Hartung y Zoster. Si hubiera usado uno sólo de esos apellidos, o además de los apellidos hubiera usado también algún nombre, como con otro de los personajes del texto, no me hubiera parecido tan punzante comienzo.
Zoster no puede evocar otra cosa que el nombre de Varicella Zoster, la enfermedad viral que ataca al cerebro, o Herpes Zoster como también la llaman, y Hartung, la parienta no menos complaciente, síndrome de Unverricht-Lundborg un desorden neurodegenerativo caracterizado por convulsiones y disfunción neurológica progresiva, el hecho de que una mujer se vea cortejada por estos hombres o nombres ya es escalofriante.
Isaac Rojas, contraalmirante sublevado contra el gobierno de Perón en el 55, mezclado con Viviana Morel, hija de desaparecidos casi 22 años después, mismo gobierno, y Rainer, el poeta Alemán. Esos son los tímidos personajes de un texto que finge ser efímero.
Es un texto incisivo, en el que entre nombres, transcurren aproximadamente 20 años, y en él Germán García nos confronta con personajes e historias bien diferenciadas, nombres que constituyen sustantivos que sugieren espanto, y hombres que provocan horror, ambos testimonios se evocan con sobresalto, un rango de tiempo confluyendo por la magia de la escritura literaria en una ficción al acecho, marcada por una determinada referencia histórica representada sólo por nombres, sin necesidad de acciones, y que promueve un amplio espectro de reflexiones a partir de lo inenarrable: las guerra o enfermedades que el texto expone.
El verdadero nombre de Rainer era René Karl Wilhelm Johann Josef María Rilke, es decir, nombrar a Rainer es señalar muchos nombres, sin ser dichos o escritos, sin embargo es el único personaje del que sólo se escribió su nombre, una paradoja, un punto de singularidad en un texto cuya historia está contada más por los nombres que por las acciones.
La separación temporal y contenido ideológico entre lo que significan los nombres, no se ve menguado por la brevedad de las líneas del texto de Germán García que se precipitan sobre ranuras crepusculares de una ficción resbaladiza.
El texto es un complejo sistema asociativo puesto en marcha como una maquinaria eficiente y efectista, tal vez un discurso sobre lo inevitable del comportamiento cíclico de la historia.

Respecto a las publicaciones de Germán García en la revista Odradek, escribí un artículo en: Una obra, muchas obras, Germán García.


Ana Abregú
















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Tal el título mejor conocido como literatura de Ciencia Ficción, nacida como una especie de género menor o subgénero de la literatura allá por los años 20, daba cuenta de aquella parte desconocida y perseguida por el hombre llamada futuro.
Se la cree de cierto modo la impulsora de avances científicos y tecnológicos, y aunque se resiste a la precisión de las definiciones se considera como perteneciente a ese género literario cuando hace referencia a tecnología o avances científicos de cualquier naturaleza con impacto en una sociedad que se desarrollará en el futuro.
Quizás por el hecho de que no parece una literatura centrada en lo literario como mecanismos de construcción, sino en algo tan volátil como la ciencia imaginada o seudo ciencias, no era pensada como un género digno de análisis sesudos o de tan siquiera la atención por la crítica formal de textos literarios.
Sin embargo me alegra ver que hay escritores “del otro lado” que se interesan vivamente por el género, ya sea en un formato cinematográfico o de guión o musical, como Ezequiel De Rosso, que en cada entrega de la revista Odradek, como en el actual número 30, con “Todo un palo”, nos ofrece su particular recorrido en ese rubro.
A propósito de ese interés explícito, comenté en una publicación con el título: Ezequiel De Rosso, el futuro del conocimiento, la versatilidad de la visión de este escritor.


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Aunque originalmente las Sagas se consideraban relatos sobre personajes sobresalientes de gran influencia en la historia de los pueblos, el uso del término dentro de la literatura se ha ido extendiendo a todo relato que con cierta continuidad temporal que da cuenta de la historia de personajes, sucesos y para mi su mejor característica: no presenta particularidades morales en términos de buenos o malos, ni en los personajes ni en la historia que se narra. Es un término que se ha ido deformando en su propósito de difundir acciones de heroísmo o de héroes, para dar paso al relato secuencial, casi ordenado, de la vida de personajes dentro de un marco acotado de relaciones de época.
Creo que ese es el caso de los textos de Ariel Bermani, en la revista Odradek, con una sostenida perseverancia, publica la tierna saga del Ponchi y la Majita, con una prosa seca, despojada de exagerados artificios retóricos, tan común en las sagas heroicas; de lectura ágil, en donde es imposible soslaya el marco local, parque Lezama, muy bonaerense, como incluso uno de los títulos revela, Ariel Bermani despliega las inquietudes de sus personajes que establecen un diálogo con el narrador, a veces como si fuera un padre, a veces un amigo, a veces un testigo, la relación entre la cuestión infantil y la descripción que el adulto decide exponer en estos textos dejan sospechar una vacilación entre una realidad fragmentaria, o un documental o testimonio sobre cuestiones, o preguntas; a veces la distancia entre la vivencia del niño y la respuesta del adulto, a veces pasiva, a veces reflexiva, pocas veces conminativo, más bien como estableciendo un itinerario de cuestiones que el autor necesita exponer, para un inexistente respuesta sin preguntas, el transcurrir mismo, que presenta un horizonte de expectativa vacío, sin solución, como la vida misma, pero que con la continuidad de la saga, una nueva entrega cada vez, reanuda el relato, casi como si texto y la vida misma de los personajes estuvieran transcurriendo en tiempo real y en ese recorrido somos testigos del nacimiento de algunas lecturas, e incluso nos beneficiamos con el clima de la elección de narradores e interés de la mirada infantil.
Tenemos la posibilidad de reunir las páginas de esta saga o especie de diario de la vida del Ponchi y la Majita y leerlos desde el primer día hasta el actual y suponer un continuará, interminable como son las Sagas destinadas a los verdaderos reyes, los niños.

















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Con rigor o sin él, la vida digital es un hecho y aunque a algunos les guste discutir esta vida en términos de soledad o compañía, o palabras que involucran al ser social por naturaleza, la realidad es que la vida digital no significa abandonar la vida real, sino, para mi, enriquecerla.
Esta era la discusión que se planteaba en una reunión digital que se hizo en cierto rincón virtual entre lectores de la revista Odradek, en la charla se planteó, si la literatura se había visto afectada por la vida virtual, tal como parece ser que ha ocurrido en tantos aspectos.
Para ello, alguien planteó el siguiente enigma, proponiendo averiguar si esta situación podía resolverse sin recurrir a actividades de la vida real: una persona estaba en cierto bar de av. Pueyrredón y calle conocida, ahí, en la esquina, y oyó lo que se hablaba en la mesa vecina, aunque por la distancia y el ruido propio del bar, sólo escuchó algunos de los diálogos. Esta persona alcanzó a deducir que estaba siendo testigo de una reunión del staff de la revista Odradek, porque la misma fue mencionada en varias ocasiones y dedujo que se hablaba de la publicación del próximo número, que por el momento en que ocurrió se refería al número 29 de la revista Odradek.
La persona no conocía a ninguno de los integrantes por no haberlos visto nunca, aunque sí había leído la revista, de manera que pensó para sí mismo: esto es lo mismo que estar leyéndolos a través de la computadora, es un momento de la vida digital, rozándose o concurriendo con la vida real.
Entonces se tomó el trabajo de anotar algunas frases que se decían, con el propósito de deducir luego, a cual autor pertenecía, y nos envió por mail las anotaciones que fueron estas:
Voz 1, masculina: …la inteligencia natural del hombre, jamás será superada por la artificial
Voz 2, masculina: …una operación que puede afectar fuertemente su identidad
Voz 3, femenina: …también está convencida de que ella lo va a recomponer
Enviado esto, nos propuso averiguar si sabíamos a quien pertenecía cada voz y si era acertado que tal grupo eran los Odradek.
Luego de planteado el asunto, nos avisó que a pedido de los participantes podría enviar otras frases que escuchó, pero que pensaba que con las enviadas sería suficientes.
En eso nos quedamos varios leyendo la revista, retrocedimos en algunos números, comentamos la ternura de los textos de Ariel Bermani, con la zaga familiar del Ponchi y la Majita; la melancolía del Señor Shim y el gato, de Nora Martinez, que va en camino de convertirse en una zaga también y algunos sugirieron que haría bien el señor Shim de dejarle el gato al Ponchi o la Majita, que seguramente con los niños sería feliz; otros opinaron que Germán García no debería estar a la madrugada armado de un cuchillo con una mujer con la que vive desde hace diez años, y mucho menos discutiendo; también dijeron que la tía Alicia de Majo López Tavani, no era la misma Alison del título y que había ocurrido allí una de esas tantas transferencias de personajes al otro lado del espejo, y que el título era de un lado del espejo, un lado del primer mundo, mientras que la tía Alicia se había quedado del lado del tercer mundo; y así, seguimos uno tras otro conversando sobre la vida digital, sin que nadie haya notado que en realidad todos hablaban de la vida literaria, y así pasamos la tarde, sin solicitar otra pista.
Ahora, cuando me puse a pensar, me di cuenta que aún no había averiguado quienes eran los autores, así que se me ocurrió pedirle a los lectores que me ayudaran y que sin pudor, si fuera necesario, solicitaran más pistas.
Aún no he podido confirmar si el grupo se trataba de los Odradek.



Ana Abregú



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El narrador de un texto, es sin duda uno de los elementos del texto que requiere una atención especial, en su elección, radica para mi, una de las cuestiones más importantes de una historia; es el narrador el que hace que la historia construya el interés en los lectores, de manera que la elección del narrador es una de las tácticas más complejas en el texto.
Ya al tener la decisión del narrador de una historia, algunos escritores manifiestan que comienza ese narrador a contarles a ellos mismo la historia; tiendo a creer que la imaginación o "algo", se coloca dentro de la piel del narrador, toma su configuración, se asimila a su mirada, a su forma de decir y de allí surge que el escritor, como un médium, en estado de “otro”, escribe la historia.
Es bastante difícil aceptar que otro escribe por uno, y que uno parece un simple artefacto, imaginen entonces cuando estos narradores, además, nos sorprenden, ocultan su identidad, nos tuercen la historia y nos llevan por situaciones insospechadas.
Esa es la idea que tengo de los textos de Roberto Gárriz, un autor de la revista Odradek que, como alguien comentó: parece barajar los narradores, y yo agrego: y utiliza de esa mezcla una polifonía de voces que pueden no ser los narradores que el lector cree.
Pienso que es una de las marcas de este escritor, que hace que sus cuentos sean interesantes y contengan esa dosis de perversidad que todo cuento necesita para ser inolvidable.
Recomiendo los textos de este autor, que ajustándose de una manera bastante precisa a la definición de cuento, logra sustraernos de la rigidez del género para sorprendernos gratamente con ingeniosidad.
Publiqué un artículo a propósito del escritor Roberto Gárriz, en: Mecanismos del escritor contemporáneo.








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