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Entre los mitos que se le concede al azar, la invención de la pólvora, del neumático, del post-it, del plástico, por nombrar los más conocidos, lo cierto es que el azar goza de tanto prestigio que es fácil atribuirle un sin número de derivaciones, pero entre esas consecuencias no es común incluir a los números, ya que los números, por el contrario, gozan de una saludable influencia del orden, de lo ponderable, de lo previsible.
Pero como en Odradek todo puede suceder, a Vanesa Pafundo la conmueve el azar de los números, nuestro número 24, ya dos años, no camina, vuela.
El azar no sufre el encomio de la concatenación, el azar se da el lujo de interrumpir, el azar de los ruidos se interrumpen con el silencio, los números no se ven afectados por más interrupción que la voluntad.
El número 24 es un logro de voluntad, de placer, de atrevimiento, de antología.
Si a los artistas la inspiración les puede llegar en cualquier momento, los científicos deberían ser sorprendidos por este azar entre probetas y fórmulas magistrales. Serendipia es el neologismo que define el azar inesperado de sucesos. Es un préstamo del inglés serendipity, que a su vez lo tomó de Serendip, un legendario reino en la isla de Sri Lanka en el que los príncipes tenían el don del descubrimiento fortuito.
Ya sea por azar, para Vanesa Pafundo, o por la costumbre de calibración exacta de los números, Odradek goza de muchos dones, entre ellos ofrecer buen ejemplo de literatura latinoamericana.



Ana Abregú

Este blog se mantiene con escritores de la Revista Odradek

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